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La oración según san Ignacio de Loyola es con tus 5 sentidos

Reza con tus cinco sentidos
Marzena Wilkanowicz-Devoud - publicado el 05/10/22 - actualizado el 30/07/24
San Ignacio de Loyola hacía oración involucrando los cinco sentidos, aprovechándolos para que en lugar de ser motivo de distracción, alabaran a Dios

Para Dios, insiste san Ignacio de Loyola, es importante el hombre íntegro. Después de todo, Dios no nos creó como ángeles, sino como seres humanos: tanto corporales como espirituales. Esta es la razón precisa para no alejarse de los cinco sentidos durante la oración.

Al contrario, es fundamental dejar que el Espíritu Santo los transforme y purifique a través de la Palabra de Dios.

Contemplar las escenas del Evangelio con todo el ser

Cuando te tomas el tiempo para sentir las cosas, como contemplar un hermoso paisaje durante mucho tiempo o hacer que la música resuene dentro de ti después de un concierto, las experiencias adquieren otra dimensión.

Pero, ¿cómo hacerlo en la práctica? He aquí cuatro ejercicios de san Ignacio de Loyola para aplicar los cinco sentidos en su oración.

1Mirar

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“El primer punto es ver las personas con la vista de la imaginación, meditando y contemplando en particular sus circunstancias; y sacar algún provecho de lo que vemos"

Este ejercicio pasa por la mirada: se trata de “conectar” tu mirada imaginaria. Así que cierra los ojos y con esa mirada interior observa a los personajes que participan en una determinada escena evangélica.

Comienza con una imagen general, luego “concreta” poco a poco los eventos, los lugares, los personajes. Después, también con tu mirada imaginaria, sigue viendo los detalles. Son precisamente estos detalles los que te permitirán entrar en un conocimiento interior de Jesús, María, José u otros personajes del Evangelio.

2Escuchar

“El segundo: oír con el oído lo que hablan o pueden hablar, y reflexionando en mi interior sacar algún provecho de ello".

Ahora estás invitado a sintonizar. "Escuchar" es mucho más difícil que oír. En lugar de escuchar las palabras del Evangelio, déjate llevar por la imaginación escuchando las palabras de los personajes contemplados. Entonces serán tus palabras las que hablarán. Ellos adaptarán su lenguaje y el pasaje bíblico en cuestión se convertirá en su espejo. La distancia que te separa de estos personajes disminuirá naturalmente. Además, al verlos y escucharlos, la imagen que tienes de ti mismo cambiará.

3Oler y gustar

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"El tercero: oler y gustar con el olfato y con el gusto la infinita suavidad y dulzura de la divinidad, del alma y de sus virtudes y de todo, según fuere la persona que se contempla, reflexionando en sí mismo; y sacar provecho de ello".

Este ejercicio es un poco más difícil. En la contemplación, el uso del olfato y del gusto puede parecer realmente sorprendente.

Pero para san Ignacio de Loyola, la percepción de los dones de Dios se vuelve más intensa, más rica y más completa gracias en particular al gusto y al olfato.

Además, cuando vamos en busca de perfumes en la Biblia, encontramos entonces perfumes volátiles, esencias o inciensos, o incluso perfumes fijados en la materia, en aceite, los que están destinados a unciones y cuidados corporales.

Nos maravillamos de que la tierra ofrezca así sus bienes: el aroma de las flores y el de los frutos, la savia de los árboles y de las diversas hierbas, también de las aceitunas de las que se exprimirá el aceite.

El Creador dio diferentes sabores a diferentes cosas, pero la bondad, el amor, las virtudes también tienen su sabor y su fragancia.

En este ejercicio, el santo jesuita quiere que saborees el gusto de la dulzura, la ternura, la bondad y así conducirte a la bondad, la ternura y el amor de Jesús.

El ser perfumado por excelencia es Cristo. Tan pronto como uno se interesa de cerca en la vida de Cristo, ve que está enmarcada por perfumes.

En su nacimiento, está la mirra ofrecida por uno de los Reyes Magos. Y después de su muerte, las especias aromáticas que las mujeres llevan al sepulcro.

4Tocar

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“El cuarto: tocar con el tacto, por ejemplo abrazar y besar los lugares donde esas personas pisan y están colocadas, procurando siempre sacar provecho de ello".

En este ejercicio san Ignacio nos invita a un compromiso que es un signo exterior de fe. Por ejemplo, puedes besar el icono que está justo frente a ti, en el lugar de tu oración.

Este simple gesto eliminará la distancia histórica que nos separa de los acontecimientos evangélicos y nos permitirá descender a nuestro corazón.

Gustar plenamente el amor de Jesús

Orar con los cinco sentidos puede parecer difícil al principio, pero con la práctica, esta oración contemplativa te permite saborear plenamente el amor de Jesús y alcanzar un gozo profundo, como lo describen los grandes místicos.

Cuando leemos en la Biblia "El Señor es mi pastor" o "Tú eres mi roca" o "Eres precioso a mis ojos y te amo" podemos entonces dejar que surjan en nosotros todas las imágenes y sensaciones, tomar tiempo para saborear y saborearlos.

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