El 29 de septiembre la Iglesia católica recuerda a tres grandes protectores, interiores y amigos: los santos arcángeles san Miguel, san Gabriel y san Rafael.
San Miguel es el príncipe de la milicia celestial. Su misión es defender los derechos de Dios:
Respecto a san Gabriel y san Rafael, ¿cómo pueden estos arcángeles ayudar en estos tiempos actuales?
San Gabriel apunta al Dios hecho persona humana
Su nombre, al igual que el de todos los ángeles, indica su misión. Y el nombre del ángel que ha dado la noticia más importante en la historia de la humanidad, que anunció a María que Dios se haría hombre, significa “mensajero de Dios” y “fuerza de Dios”.
Tal vez podemos pensar que este arcángel desempeña una misión pasada: anunció a María y ya no más.
Sin embargo, te invito a redescubrir la importancia de este arcángel y su utilidad para la vida de fe.
De acuerdo a la Red Iberoamericana de Estudio de Sectas (RIES), sólo en España y en los últimos 2 años, han surgido 500 nuevas sectas, que han alcanzado a mas de 100.000 personas, entre ellas 9.000 niños.
Las implicaciones, el drama y el sufrimiento que esto conlleva es de una magnitud enorme.
Las sectas y el peligro de lo impersonal
De acuerdo a los estudiosos en el tema de las sectas, las personas víctimas de este tipo de grupos sufren tres tipos de aislamientos: aislamiento de sus familiares, aislamiento de sus amigos y conocidos y aislamiento de sí mismos.
Además comienzan asumir comportamientos y conductas que los enajenan totalmente y los hace “propiedad” del grupo.
Y si bien es cierto que el fenómeno de las sectas ha estado presente desde el comienzo del cristianismo, lo que llama la atención es que este fenómeno nunca había sido tan fuerte como en estos tiempos contemporáneos.
Una de las características de estos nuevos fenómenos es la de creer en un ser absoluto pero impersonal; creer en un dios, pero sin rostro.
Es en este aspecto donde san Gabriel y su misión tiene una gran importancia: el de anunciarnos que Dios tiene un rostro que es un rostro humano.
Este arcángel nos anuncia que el Dios cristiano es un Dios que se ha hecho hombre, que se ha encarnado, no es un dios impersonal o abstracto. Es un Dios con el cual nos podemos relacionar, podemos hablar y entrar en comunión.
Precisamente este Dios que se hace carne busca encarnarse en cada uno de nosotros, y es este otro de los aspectos donde san Gabriel viene a prestar su ayuda.
Así como él llamó a la puerta de María para pedirle su “sí” a la encarnación, así también este buen arcángel nos llama para que le abramos la puerta a Dios que nos llama y quiere entrar en nuestra casa y habitar en ella.
Para ello, san Gabriel nos da su fortaleza para permitir que Dios entre y habite en nosotros.
San Rafael, el arcángel que cura
Su nombre significa “medicina de Dios” y aparece en el libro de Tobías acompañando en su viaje al joven hijo de Tobit, Tobías.
Durante este viaje este poderoso arcángel irá mostrando el poder sanador que viene de Dios.
No imaginemos a san Rafael Arcángel como aquel que ante un dolor de cabeza viene a darnos una medicina. Su misión y su papel es mucho más profundo y más bello.
En el libro de Tobías se presentan dos tipos de enfermedades: la primera es la enfermedad entre el amor del hombre y la mujer y la segunda la ceguera del Tobit.
A ambas san Rafael viene a traer la curación.
Matrimonio y familia, luz para el mundo
El amor, la comunión a la cual están llamados el hombre y la mujer, se enfrenta a amenazas y ataques desde diferentes ideologías como la ideología de género, el colectivo LGTBI, el feminismo radical y la ideología marxista que sostiene que la familia natural debe desaparecer.
Estos ataques a los cuales debe someterse el amor entre el hombre y la mujer aparecen en el libro de Tobías como fuerzas diabólicas capaces de matar e impedir esa unión. A Sara, la esposa de Tobías, el demonio Asmodeo le ha matado siete esposos.
San Rafael trae la curación a esta comunión perturbada entre el hombre y la mujer.
Le habla a Tobías de su esposa y lo hace de tal manera que el corazón de Tobías queda apegado a ella (Tb 6,19).
La importancia de la oración
Y rezan una oración bellísima para sostener su amor mutuo y piden a Dios el saber responder a su amor.
Ante estas fuerzas destructivas contra la familia, contra el matrimonio, la cura que trae san Rafael es la oración.
Una oración que, en palabras de Juan Pablo II, es una alabanza, una acción de gracias y una súplica a Dios.
Agradecer por el cónyuge, alabar a Dios por ese llamado que hace a la unión entre el hombre y la mujer y suplicar el poder responder a ese proyecto divino de unirse.
Pero hay más. La cura que trae este arcángel es una cura integral.
San Rafael le había dicho a Tobías que antes de unirse a Sara hicieran oración, y así lo hicieron.
Se levantaron del lecho y oraron a Dios para que alejara de ellos la lujuria y que su unión fuera una unión acorde con el plan divino de unir el hombre a la mujer.
La sanación del cuerpo
La medicina de Dios expulsa las amenazas de enfermedad, expulsa la enfermedad misma y cura el cuerpo. Para que este, libre y sano, manifieste el proyecto de amor al cual ha sido llamado.
Y en este sentido, la medicina de Dios cura el cuerpo humano para que el amor que se expresan el hombre y la mujer sea, en palabras de Juan Pablo II, un lenguaje también del cuerpo entre los esposos.
San Rafael cura el cuerpo del hombre para que este exprese el amor de Dios.
Y la segunda enfermedad: la ceguera del papá de Tobías, Tobit. A ello san Rafael le enseña a Tobías lo que cura dicha ceguera y cómo aplicarlo.
San Rafael trae la medicina pero al mismo tiempo nos hace partícipes para que nosotros seamos también dispensadores de esa medicina que viene de Dios.
Ver y mostrar a Dios
Benedicto XVI interpretaba esta ceguera como una enfermedad que es la de la ceguera espiritual con la que ya no ve el rostro de Dios, ya no se le reconoce.
Tobit se cura cuando Tobías y el arcángel han terminado su viaje y Tobías regresa con su esposa.
La ceguera de Tobit se cura cuando ve el amor y el testimonio de amor entre Tobías y Sara.
El matrimonio entre el hombre y la mujer, las familias están llamadas a mostrarnos ese rostro de Dios y no enceguecernos.
Cuánto para agradecer a estos buenos arcángeles, cuánto para pedir a ellos. Demos gracias a Dios por estos buenos amigos e invoquémosles en nuestra vidas para poder servir a Dios, testimoniar el amor y vencer a nuestro enemigo.