“Cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’”.
Aquí unas de las anécdotas más recordadas del ahora papa Francisco sobre su elección, cuyo principal protagonista -y quien le susurró al oído con esas referencias sobre los pobres en aquel cónclave de marzo de 2013- fue el propio cardenal brasileño Cláudio Hummes.
“Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos (…) Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís”, prosiguió el Papa.
Desde ese momento, Hummes empezó a ser visualizado como un gran amigo del Papa -inspirador de su nombre como sumo pontífice- y reconocido por su trabajo vinculado a la Iglesia en la Amazonía. Incluso, hasta hace pocos meses, fue presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), además de prefecto emérito de la Congregación para el Clero y emérito del Arzobispado de San Pablo.
La muerte de Hummes
Este 4 de julio, el encargado de anunciar su fallecimiento fue el cardenal Odilo Pedro Sherer, arzobispo de San Pablo en Brasil, quien recordó que sucedió luego de una “prolongada enfermedad, que superó con paciencia y fe en Dios”.
Franciscano, cardenal y vinculado a la Amazonía
Hummes nació en Salvador do Sul, en el Estado de Rio Grande do Sul, el 8 de agosto de 1934. Ingresó luego en la vida religiosa en la Orden Franciscana de los Hermanos Menores. Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de agosto de 1958 y la episcopal el 25 de mayo de 1975.
Llegó a ser obispo diocesano de Santo André (SP), arzobispo de Fortaleza y arzobispo de São Paulo. Se transformó en miembro del Colegio Cardenalicio luego del consistorio del 21 de febrero de 2001 convocado por el papa Juan Pablo II. Entre 2006 y 2011 trabajó al lado del papa Benedicto XVI en Roma como prefecto de la Congregación para el Clero. A su regreso a Brasil también ocupó la Presidencia de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).
“Como obispo de Santo André, donde permaneció durante 21 años, destacó por su defensa de los trabajadores, por su apoyo a los sindicatos y por su participación en las huelgas como obispo responsable de la Pastoral Obrera en la CNBB. Tras dos años como arzobispo de Fortaleza, fue nombrado arzobispo de São Paulo el 15 de abril de 1998, dando impulso a la pastoral vocacional, a la formación de sacerdotes y a la evangelización de la ciudad”, recordó también una nota difundida por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) tras el conocimiento de la noticia de su fallecimiento.
“La Iglesia necesita una reforma en todas sus estructuras”
Fue el propio Hummes quien a pocos días de la elección del papa Francisco contó cómo fue la invitación que le hizo a estar a su lado en el balcón de la basílica de San Pedro y también ofreció algunas reflexiones sobre “una reforma de las estructuras de la Iglesia”. Lo hizo a través de una extensa entrevista al diario Folha de São Paulo.
“Cuando se comenzó a organizar la procesión desde la Capilla Sixtina al balcón sobre la plaza, él llamó al cardenal Vallini, que hace las veces de obispo de Roma, el vicario de la ciudad, y me llamó también. Dijo: "D. Cláudio, venga usted también, esté conmigo en este momento". Dijo también: 'Busque su birrete [sombrero eclesiástico]', informalmente. Fui allí a buscar mi birrete y estaba muy feliz….”, dijo sobre ese momento.
“Como un gesto personal de él, muy espontáneo, muy sencillo. No sé qué significados quería darle él. Yo digo que me quedé muy feliz, estaba allí con el primer papa llamado Francisco”, agregó sobre esa invitación.
“San Francisco también es recordado por la misión de reformar la Iglesia como un todo. ¿La elección del nombre también tiene ese contexto?”, le preguntaron a Hummes en esa oportunidad.
“Ciertamente, para el Papa, el nombre es todo ese programa. Hoy, la Iglesia necesita, de hecho, una reforma en todas sus estructuras. Organizar la vida de la iglesia, la Curia Romana, que tanto se ha hablado y que necesita urgente y estructuralmente ser reformada, eso no se discute entre nosotros. Pero una cosa es entender que hay que hacerlo, y otra cosa es hacerlo. Será una obra gigantesca. No porque sea una estructura gigantesca, sino por un mundo de dificultades que hay dentro de una estructura como esa, que fue creciendo en los últimos siglos”, contestó.
“¿En qué sentido la reforma es necesaria?”, le volvieron a preguntar.
“No es sólo de la Curia, son muchas otras cosas: nuestra forma de hacer misa, de hacer evangelización, esa nueva evangelización precisa nuevos métodos. El Papa habló en el encuentro con los cardenales sobre nuevos métodos, necesitamos encontrar nuevos métodos.
Pero se habló sobre todo de la Curia Romana, que precisa ser reformada estructuralmente. Es muy grande, pero esto necesita un estudio, la gente no tiene muchas coordenadas.
Muchos dicen que es demasiado grande, que se hizo un retoque aquí, un retoque allá, más una sala aquí, más una comisión allá (…) La Iglesia ya no funciona. Toda esa cuestión que pasó últimamente muestra que no funciona. Y después, una vez hecho ese nuevo diseño, hay que encontrar a las personas adecuadas para ocupar esos cargos, esos servicios”, agregó en aquella reflexión.