Una de las 83 oenegés que fue acusada por el gobierno de haberse registrado como “agente extranjero” (el motivo por el cual desaparecerán de la legalidad) es, ni más ni menos, la casi centenaria Academia Nicaragüense de la Lengua.
La extranjería de esta institución (nacida en 1928) se supondría que es por estar unida a o ser parte de la Real Academia de la Lengua Española, lo cual rebasa los límites de toda proporción. La patria del gran Rubén Darío se queda sin una institución que cuida, pule y honra la lengua del pueblo nicaragüense.
El cierre de las organizaciones no gubernamentales –entre ellas muchas de la Iglesia católica o de inspiración cristiana—obedece a una ley que desde 2020 obliga a organizaciones de la sociedad civil y entes jurídicos que reciban fondos internacionales a rendir cuentas y a registrarse como “agentes extranjeros”.
La reacción del gobierno que encabezan Daniel Ortega y Rosario Murillo a las protestas iniciadas en abril de 2018 contra la sociedad civil organizada y contra los “agentes extranjeros” ha sido furiosa. Todos ellos son calificados de esbirros de Estados Unidos para llevar a cabo un golpe de Estado en su contra.
Un país encarcelado
Por su parte, la Academia de la Lengua rechazó la acusación y dijo, en un comunicado, que de lo que se trata es de querer “confiscar a las instituciones” que no están en la órbita del gobierno sandinista, como ocurre, por ejemplo, con organizaciones tan poco sospechosas como la ya ilegalizada Asociación de Otorrinolaringología de Nicaragua
Son poco más de 300 asociaciones y agencias de cooperación las que han corrido esa suerte. En 2018 fueron nueve, en 2021 se registraron sesenta, y en lo que va de 2022 ya suman más de 200, según el recuento que lleva el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca +, desde Costa Rica.
La escritora nicaragüense Gioconda Belli dijo: "Este cierre de la Academia obedece a una sinrazón del gobierno, que ha declarado la guerra contra la inteligencia, contra el pensamiento; quieren cerrar todo ese espacio donde puede existir la libre expresión”.
Para Belli, "Nicaragua ahora está capturada y estos señores están creando una cárcel mental, impidiendo que las personas tengan horizonte, que vean hacia otras partes del mundo. Eso es lo que veo, un país encarcelado y sometido. Hay mucho miedo, la represión ha sido feroz”.
Y tanto así que cualquiera que haya participado, de una manera u otra, en las manifestaciones en contra de Ortega, de su reelección o de su esfera de influencia, puede correr la suerte de la Academia, o de la ONG Operación Sonrisa, o de la Universidad Católica de Nicaragua…