¿Cómo puede ser feliz una mujer que vive encerrada en un monasterio de clausura? Sor Aurora, religiosa de la comunidad de las Hermanas Agustinas Descalzas de la localidad valenciana de Benigànim, responde con una sonrisa: porque puede rezar por todos los que se hacen esta pregunta.
Para comprender la alegría de esta monja, que lleva 47 años en el monasterio (entró a los 17), es necesario poder creer en la existencia y el amor de Dios y, por tanto, comprender el poder de la oración.
Sor Aurora confiesa que, para una monja de clausura, lo mejor que le puede suceder en la vida es, precisamente, recibir intenciones de oración de personas que sufren, que tienen necesidades, que tienen sueños por cumplir…
La felicidad de poder ayudar
“Soy muy feliz con lo que hago – confiesa sor Aurora en una conversación por teléfono con Aleteia –. Necesito transmitir al mundo que las monjas contemplativas somos muy felices. Como todos, tenemos nuestros sufrimientos”.
“Hace cinco años tuve cáncer de mama y, cuando estaba sentada en el sillón, donde me ponían el tratamiento, vino una señora y se me quedó mirando. Me dijo: ‘mira, yo pensaba que las monjas no pasaban por aquí’”.
“‘¿Cómo nos vamos a pasar por lo mismo que todos, si somos personas como usted?’, le respondí”, recuerda sor Aurora, que junto a su comunidad es muy activa en redes sociales como YouTube (Agustinas Descalzas Benigánim), Instagram (@agustinasdescalzasbeniganim), o Facebook (Agustinas Descalzas).
“No somos extraterrestres”
Las monjas contemplativas, indica la religiosa, “no somos extraterrestres. Tal vez tenemos un hilo un poquito más directo con Dios, a base de años orando por toda la humanidad”.
“Es una gracia poder estar con Dios, en la oración, pidiendo por todos – sigue reconociendo –. Esta es nuestra vocación. Para nosotras, es una gracia de Dios: le hemos dicho ‘sí’, y ahí estamos, pidiendo y rezando por todos”.
La vocación de los contemplativos
La religiosa agustina nos explica que “es imprescindible” que todos puedan contar con el apoyo de la oración, gracias a la disponibilidad que ofrecen los monjes y monjas contemplativos del mundo.
Es verdad que, en algunos países, el número de estos consagrados a Dios disminuye. Sor Aurora aclara: “podemos ser más o menos, pero la vida contemplativa nunca podrá faltar en la Iglesia. Es el fuego del Espíritu y el fuego que mantiene las brasas ardiendo para todos”.
Como ella explica, son el corazón del cuerpo de la Iglesia: están bombeando continuamente sangre y, si el corazón deja de bombear, la sangre no llega a ninguna parte del cuerpo.
Una propuesta
Por eso, con una sonrisa, añade: “si queréis hacernos felices, compartirnos vuestras intenciones de oración, que nosotros las pondremos en manos de Dios con nuestra oración y nuestra vida”.
Gracias al trabajo de coordinación de la Fundación DeClausura, en estos momentos, 550 monasterios y conventos están disponibles para rezar por las intenciones de los lectores de Aleteia.
Es posible compartir su intención de oración en este enlace: https://es.aleteia.org/intencion-de-oracion/