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Durante estas fechas, son muchos los hogares donde tienen que insistir a sus hijos en que necesitan buscar una opción B. Ya que se acercan los días de tomar decisiones importantes: elegir una carrera, universidad, un ciclo de formación profesional, etc. Y, en algunos casos, serán unas pocas décimas las que no les dejen entrar en el doble grado, o en medicina, o tal vez ingresar en una academia militar. Las dichosas notas de corte tienen la batuta de su futuro. Si nos pasa esto, ¿qué hacemos?
Hay niños con los que tienes que trabajar la opción B desde que son pequeñitos: son niños que no se quitan una idea de la cabeza. Poco a poco, tendremos que abrirles el escaparate de sus posibilidades y recordarles a menudo que se puede ser feliz en más de una profesión. Cuando empiezan a ser mayorcitos, en los últimos cursos de la secundaria (ESO), nos toca ser los antipáticos que les enfrenten a la realidad, recordándoles las notas de corte que han tenido en los últimos años sus opciones deseadas. Y, ya en el último curso, tendremos que presionar un poco más para que dediquen un poco de tiempo a reflexionar y a buscar una opción B: la mejor opción B.
No tiene que ser un drama
Dejando claro que esto no tiene que convertirse en un drama. No se llega a la felicidad sólo por la opción A. Conviene que nosotros colaboremos sin presiones, sin decirles “¡qué ilusión cuando seas médico!”, ni “¡qué alegría que continues la saga familiar!”. Aflojemos todo lo posible para que no sientan que hay decepción por nuestra parte. Aligeremos cualquier presión si no consiguen seguir esa hoja de ruta soñada. Hagamos hincapié en que tienen que soñar alto. Recordémosles que la única meta a la que no pueden renunciar es el Cielo, y a él se sube desde infinitas opciones. Si Dios cierra una puerta, la Virgen abre una ventana.
Hacer todo el bien que podamos
Debemos, por el contrario, esforzarnos, y mucho, en conseguir la opción A que Dios tiene prevista para nosotros. Seguir su plan no es solamente no hacer cosas malas. Eso ya lo hace mucha gente, y hasta podría considerarse algo fácil. Sino hacer todas las cosas buenas que uno pueda. Todas esas cosas buenas con las que Él cuenta para transformar el mundo. Hemos de ser conscientes de cómo su plan, si nosotros no le ayudamos con nuestra vida, con el bien que tenía previsto y preparado para que nosotros lo hiciéramos, no se podrá llevar a cabo… Esa parte del bien se quedará vacía. Es como la subvención económica que se pierde porque nadie la pide.
Perdemos esa acción y los bienes derivados de ella. Muchas veces, pienso en lo asombrados que estaremos cuando lleguemos al Cielo y nos muestren la secuencia de todos los efectos que provocó una sonrisa. ¿Te lo imaginas? Desde la amabilidad se cambia el mundo. Un tono amable aumenta la alegría de una persona, algo que muchas veces sólo se consigue cuando es tratada con y desde el cariño.
“De que tú y yo nos portemos como Dios quiere, dependen muchas cosas grandes”, dijo San Josemaría. Piensa que no sólo es por el mal que haces, sino por el mucho bien que dejas de hacer.
Por eso, es tan importante aferrarnos al plan de Dios y educar en seguirlo. El plan B no es una opción aquí. Y, si seguimos el plan A de Dios, ten absolutamente seguro que se nos abrirán las puertas, las carreras, los grados, que Dios quería para nosotros. ¿No te parece que su opción es siempre la mejor opción, la mejor opción A de entre todas las opciones? Why not?