Las simplificaciones, clichés y titulares a los que estamos acostumbrados por la superficialidad y las prisas – cuando no carácter tendencioso – de muchos analistas y medios de comunicación nos impiden percibir con una cierta objetividad y rigor los acontecimientos y los personajes que los protagonizan.
En la era de la "posverdad" y de las falsas noticias, un hecho terrible y complejo como la guerra en Ucrania es objeto, cómo no, de dichas simplificaciones, clichés y titulares.
Así podemos entender los calificativos que se le suelen adjudicar a Alexander Dugin: desde "el ‘Rasputín’ del Kremlin" hasta "el filósofo más peligroso del mundo"; pasando por "el cerebro de Putin", "el cerebro que inspira a la extrema derecha mundial" o "el enemigo número uno de Occidente". ¿Quién es en realidad?
Su trayectoria vital e intelectual
Alexander Dugin (o Aleksandr Duguin, según como se transcriba del ruso) nació en Moscú en 1962, y es doctor en Filosofía y en Ciencias Políticas; aunque sus áreas de interés abarcan la filología, la literatura, los idiomas, la etnografía, las religiones y la mitología. Autor de más de 30 libros, es un personaje muy popular en su país, por sus frecuentes apariciones en televisión; y su influencia llega mucho más allá, entre otras cosas, por su dominio de varios idiomas.
Hijo de un oficial militar, Alexander se unió en su juventud a algunas corrientes de ocultismo vinculadas a la ideología nazi. Su interés por lo esotérico acabó haciendo que en su obra hayan tenido un gran influjo autores de la llamada Escuela Tradicionalista como Julius Evola y René Guénon.
Se define como cristiano ortodoxo, pero algunos autores apuntan a que es seguidor – o al menos simpatizante – de los Viejos Creyentes (raskolniki), una escisión tradicionalista de la Iglesia Ortodoxa Rusa. De todas maneras, hay que tener en cuenta la impronta gnóstica y esotérica de su pensamiento, entendible por lo que acabamos de ver.
Al revisar su biografía, podemos constatar que se trata de un eslavo que, como tantos millones de ellos, nació y creció en la Unión Soviética, y encauzó su reacción contra su contexto sociopolítico refugiándose en el esoterismo y, progresivamente, en una postura ideológica con algunos elementos del comunismo, pero de corte nacionalista y fascista.
Su influjo político
Así es: tras el colapso de la URSS, se incorporó al Partido Nacional Bochevique en sus comienzos, pero más tarde abrazó las ideas eurasianistas – que analizaremos en otro artículo –, fundando el partido Eurasia en 2002. Después ha contribuido a la formación del partido Rusia Unida, que gobierna el país desde 2007, con Putin como presidente.
Entre 2009 y 2014 fue catedrático de Sociología en la Universidad Estatal de Moscú; y ha tenido algunos cargos de singular relevancia en la esfera política, como consejero de la Duma (el parlamento ruso). Algunos de sus libros principales, como Fundamentos de Geopolítica (1997), son muy tenidos en cuenta en la formación de los militares y diplomáticos de Rusia.
Dugin se enmarca en el tradicionalismo, una postura ideológica propia del siglo XX que defiende una tradición (identitaria, cultural y espiritual) que provendría de tiempos inmemoriales y que habría empezado a quebrarse o perderse con la progresiva llegada de la modernidad a los pueblos de Europa. Por eso, a la hora de decidir entre una proyección occidental u oriental para Rusia, se decanta por la segunda, por una mirada a Asia.
Un tradicionalismo, por cierto, que está muy firmemente enraizado en ideas y autores esotéricos. Como explica en un artículo académico José Andrés Fernández Leost, doctor en Ciencias Políticas, el discurso de Alexander Dugin "se nutre de una mezcla de componentes tradicionalistas, esotéricos, filo-fascistas y comunistas".
Contra el liberalismo, contra Occidente
En el marco ideológico del eurasianismo, ha propuesto la que denomina "Cuarta Teoría Política", ya que viene a superar – y derrotar – el liberalismo (primera teoría) sin caer en los errores del comunismo (segunda) y del fascismo (tercera).
Dugin identifica a Occidente en general y a los EE.UU. en particular como la gran amenaza para la humanidad; y contempla enfrente a Rusia, considerada en toda su amplitud cultural, lingüística e identitaria, más allá de sus fronteras geográficas actuales (en clave imperialista). Ve el "mito del progreso", propio de la modernidad, como algo exclusivamente occidental y eurocéntrico.
Ante este liberalismo occidental, Alexander Dugin propone recuperar la tradición, los valores tradicionales, algo que es más que mero conservadurismo, ya que estos valores son la patria, la familia y la religión, el patrimonio más fuerte de todos los pueblos y civilizaciones.
Por eso, como resume en un artículo de investigación Isabel Cubero, "se necesita unir a la derecha, a la izquierda y a las religiones tradicionales del mundo en una lucha contra el enemigo común".
¿El ideólogo de Putin?
Algunos autores apuntan a que la propuesta de Dugin va más allá de ser una simple ideología – con toda la complejidad que implica toda ideología –; y se convierte en una verdadera cosmovisión o concepción global del mundo (lo que los alemanes llaman Weltanschauung). Por eso es superficial y erróneo etiquetarlo como "el Rasputín de Putin" sin más consideraciones.
En una entrevista concedida en 2019 a El Confidencial, Dugin reconocía: "Hay muchas cosas en común entre mi filosofía y la política estratégica de Putin. Mis libros se conocen bastante en Rusia y los rusos están de acuerdo con mis ideas". Los analistas coinciden en afirmar que, aunque su peso político directo en Rusia es más bien escaso, su influencia ideológica es patente.
En Rusia y más allá, pues sus obras más importantes han sido traducidas a diversos idiomas. Por eso, como decía en 2019 el analista Nicolás de Pedro, "ya no se trata de aquel oscuro pensador conocido exclusivamente en círculos neofascistas europeos de los años noventa, sino de un autor aún minoritario, pero con creciente difusión en toda Europa y las Américas" (Letras Libres).
¿Qué piensa Dugin acerca de Vladímir Putin?
Aunque ha sido crítico con algunos aspectos de la política del mandatario ruso, está claro que está de acuerdo con él. Sin ir más lejos, dijo esto sobre él en 2007: "No hay más opositores al rumbo de Putin y, si los hay, son enfermos mentales y hay que enviarlos a un examen clínico. Putin está en todas partes, Putin lo es todo, Putin es absoluto, y Putin es indispensable".
¿Y con respecto a Ucrania?
Cuando en 2014 sucedieron los hechos que, años después, han desembocado en la guerra actual, Dugin escribió, refiriéndose a los protagonistas de la revolución del Euromaidán: "Deberíamos limpiar Ucrania de estos idiotas. El genocidio de estos cretinos es inevitable y obligatorio… No puedo creer que sean ucranianos. Los ucranianos son gente eslava maravillosa. Y esto es una raza de bastardos que ha salido de las alcantarillas". ¿Unas palabras desgraciadamente proféticas?