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El padre Ernesto Piraino es un ex policía de Calabria, Italia. Ahora es sacerdote y ermitaño en el pueblo de Belvedere Marittimo, cerca de la punta de la “bota” de la península itálica. Su ermita es una casita con huerta a 700 metros de altitud, una vivienda aislada en el bosque de Pollino desde la que se divisa el mar cristalino que baña la costa del Tirreno.
En octubre pasado, se publicó una entrevista con él en el periódico católico en lengua italiana Avvenire.it, que ayuda a comprender el camino existencial recorrido por este hombre.
Un ermitaño y sacerdote
El padre Ernesto ingresó a la policía a los 19 años y tomó la sotana nueve años después, en 2017.
Tiene una tupida barba oscura y en su mirada rápida aún se nota la agudeza de cuando era un “policía inflexible con un profundo sentido de la justicia y ganas de hacer carrera”, como se describió a Avvenire.
Historia de su vocación
¿Cómo surgió este inusual giro vocacional en la trama?
“En ese momento”, le dijo a Avvenire, “trabajaba en la jefatura de policía de Messina y vivía en Scilla. Criado en una familia católica, tuve una ligera pizca de fe pero no la viví plenamente. Cuando mi parroquia comenzó la adoración perpetua, mi primer acercamiento fue el resultado de la curiosidad”.
Adoración Eucarística Perpetua
De hecho, fue el 1 de noviembre de 2006 cuando se inauguró esta forma de adoración eucarística en la iglesia de María Inmaculada Santísima en el promontorio de Scilla. Le contó a Avvenire sobre su experiencia allí:
Estaba feliz, pero todavía le faltaba algo
Mientras Ernesto continuaba con su vida habitual, Jesús se hizo cada vez más indispensable para él, e increíblemente “dondequiera que iba, encontraba la adoración eucarística perpetua”, dijo a la publicación italiana.
Jesús, penetrando en su corazón, restableció un mínimo de orden en la incertidumbre existencial que siguió al final de su compromiso, pidiéndole sólo que confiara en Él y le diera un espacio.
Su novia: "Si quieres ser sacerdote, solo dímelo"
Durante los siguientes 4 años Ernesto conoció a otras hermosas mujeres, pero aunque se llevaba bien con ellas, siempre había una insatisfacción subyacente que lo invadía. En cierto momento, la chica con la que había entablado una importante relación, sintiendo lo que se agitaba en su alma, le dijo que si su camino era ser sacerdote, simplemente tenía que decirlo.
Gracias a la sensibilidad propia de muchas mujeres, ella lo había entendido antes que él.
Seminarista y policía
En 2010 dio el gran paso. Habló con su director espiritual sobre su “creciente deseo de consagrarme a Dios”. Abandonó la facultad de Derecho y comenzó a estudiar Teología. Ingresó en el seminario en 2011, a la edad de 32 años. “Durante algún tiempo seguí siendo policía”, le dijo a Avvenire. “Seminarista y policía. Cuando me ordenaron, todos mis compañeros del Departamento de Policía estaban allí, y fue una celebración que nunca imaginé”.
Ayer policía, hoy sacerdote ermitaño
¿Podemos encontrar un hilo conductor que vincule de alguna manera al policía de ayer con el cura y ermitaño de hoy? El padre Ernesto lo explicó al periódico católico:
Su historia se ha publicado recientemente en un libro autobiográfico "Del uniforme a la sotana. La historia de un policía que se hizo sacerdote" ("Dalla divisa alla tonaca - La storia del poliziotto diventato prete ", de Ernesto Piraino, Herkules Books, actualmente solo disponible en italiano).