Al tomar posesión por quinta vez como presidente de Nicaragua –auspiciado en una ceremonia a modo por los presidentes de Cuba y de Venezuela—Daniel Ortega Saavedra, de 76 años de edad, ha acelerado sus acciones en contra de quienes él y sus seguidores consideran como “oposición” a la revolución sandinista.
En estos días comenzaron los juicios contra 46 opositores metidos en la cárcel. Estas personas podrían haber hecho sombra a la reelección de Ortega el mes de noviembre de 2021. Para todos ellos, o para la mayoría, la Fiscalía pide 15 años de cárcel. Se les acusa de traición a la patria, sedición, terrorismo, lavado de dinero y de ser parte de una conspiración extranjera.
Ha cerrado todos los medios de comunicación que pudieran no serle afines, especialmente La Prensa, que sigue publicando aunque su director se encuentre en la cárcel, junto con varios miembros de la familia Chamorro Barrios y otros siete candidatos a la presidencia que están tras las rejas o en arraigo domiciliario desde mediados del año pasado.
Del terreno político a las instituciones católicas
Antes de las elecciones, Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, habían hecho cera y pabilo de la jerarquía católica. A obispos y sacerdotes no los bajaban de “terroristas” y “judas”. Por lo demás, el hostigamiento de grupos paramilitares a los fieles era parte cotidiana de las celebraciones religiosas.
Una vez hecho con el poder, el binomio Ortega-Murillo se ha dedicado a socavar las ayudas que pudiera recibir la Iglesia católica. También las instituciones que están inspiradas en la doctrina social de la propia Iglesia, al igual que las instituciones académicas que surgen de su corazón.
Así, al romper relaciones con Taiwán (9 de diciembre de 2021) y decantarse por estrechar lazos con China, Ortega ordenó que los bienes que Taiwán tenía en Nicaragua y que había cedido a la Iglesia, le fueran confiscados y pasados a formar parte de los bienes de China. Lo hizo sin otra explicación más que la que podría emanar del poder omnímodo.
La diócesis de Estelí en la mira
Sin embargo, el último de los movimientos ha sido aún más devastador. A través de la Asamblea Nacional, dominada plenamente por Ortega, se le ha cancelado la personalidad jurídica de cinco universidades. Entre ellas, situada en la diócesis de Estelí, está la Universidad Católica Centroamericana del Trópico Seco. Será sustituida por la Universidad Nacional Francisco Luis Espinoza Pineda.
Además de la universidad, en la diócesis de Estelí –una diócesis muy opuesta a la política de Ortega- la Asamblea Nacional canceló la personalidad jurídica de una asociación de escuelas parroquiales. También de un instituto agrícola, una asociación cultural católica, la comisión diocesana de justicia y paz y el capítulo diocesano de Cáritas.
La acusación de la asamblea nicaragüense contra estas organizaciones no gubernamentales es que intentaron beneficiarse indebidamente de su estatus legal. También que frustraron los intentos de supervisión por parte del Estado, mostraron opacidad en sus estados financieros y no identificaron adecuadamente a su cuerpo directivo.
Robarle el futuro al pueblo
Por lo demás, la Asamblea Nacional autorizó la creación de tres universidades públicas a partir de la infraestructura de varios centros de estudios declarados ilegales. Entre ellos hay uno que fue emblemático en las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega en 2018: la Universidad Politécnica de Nicaragua, la UPOLI.
Las nuevas universidades podrán “solicitar libre de todo tributo” el traspaso de los bienes de las universidades privadas a las que recientemente se les retiró el derecho a operar. En otras palabras, la Universidad Estatal Ricardo Morales Avilés funcionará sobre la base de las ahora extintas Universidad Hispanoamericana, Universidad Nicaragüense de Estudios Humanitarios, Universidad Popular de Nicaragua y la Universidad Pablo Freire.
El obispo auxiliar Silvio José Báez de Managua dijo en un tuit luego del anuncio de la cancelación de las universidades:
"Descuidar la calidad educativa, impedir el pensamiento crítico y apoderarse de centros universitarios son medios para afianzar el poder irracional, someter al pueblo y robarle su futuro".