Llevaba tiempo con la idea de leer, en algún momento, el libro: "Un cuento de Navidad para Le Barroux". El otro día, me lo encontré de bruces en una famosa librería y no lo dudé. Lo compré y rápidamente me puse a ello. Lo leí, lo devoré… Esa misma noche. De una sentada.
Pido perdón por ello a su autora Natalia Sanmartín Fenollera y advierto a todo el mundo a que no cometa el mismo error. No lo hagan. Léanlo despacio. Hoja a hoja. Tranquilamente. No tengan prisa. Ninguna. No lo lean, récenlo.
La historia es el relato de un niño. Su madre muere: "Cuando era pequeño tuve la madre más guapa del mundo, pero aun así hay días en que no consigo recordar su cara" y se pregunta si todo lo que ella le había contado sobre Dios es verdad. Es un relato sobre la búsqueda de Dios con la mirada de un niño.
Es un relato, magníficamente ilustrado, que te agarra de la mano y del que no te quieres soltar. Necesitas conocer el final. Quieres llegar a la respuesta. Quieres conocer qué le sucederá a este niño. Ese es el problema: ¡Frenen! ¡No lo hagan!
No tengan prisa por encontrar la respuesta. No tengan prisa por llegar al final. Disfruten de cada momento, de cada página. Ya llegarán… Disfruten junto al niño y su madre mirando las estrellas. Disfruten junto a la Torre de marfil y con cada una de las anécdotas de "El Gran libro de las Maravillas de la Ciencia".
Hay una frase popular que dice "Sólo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana". Estuve demasiado preocupado por el mañana y quizá no pude disfrutar del cuento como se merecía. El ayer, las ganas de leerlo, me condicionaba.
Al igual que sucede cuando estás deseando que llegue un día: Navidad y no disfrutas de los preparativos (Adviento), o cuando estas tan preocupado por las cosas que tienes que hacer que no te ocupas de lo que realmente estas haciendo en ese momento.
Quizá yo también soy como este niño. Quizá sea eso. Yo, como nos pasa a muchos, queremos saber la respuesta y le preguntamos a Dios: ¿Dónde estas? ¿Qué sentido tiene este mundo de locos? Y no vemos respuesta. Estamos tan preocupados por encontrar la respuesta a lo que sucede en el mundo que no nos damos cuenta de que las señales están ahí. Junto a nosotros.
Habrá un día, el final de nuestra vida, en el que todo tendrá sentido. De repente, nos daremos cuenta del significado de todo lo que nos fue pasando y nos arrepentiremos de haberlo hecho todo demasiado rápido. Quisimos llegar al final del cuento y abandonamos la belleza del relato. Se nos fue la vida.
No tengan prisa y disfruten de cada momento, parece decirme este cuento. Gracias a Dios, "Un cuento de Navidad para Le Barroux" es sólo eso: un cuento. Puedes volver a leerlo otra vez, volver al primer capítulo o pararse y mirar en “esa puerta pequeñita, al lado de la lámpara roja” como se merece. Pero la vida no tiene marcha atrás. Y esto es muy serio.
No me gustaría cometer este error de nuevo. No quiero que se pase tan rápido. Mejor vivir despacio. Experiencia a experiencia. Rezando y saboreando la vida.