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Giulia Salzano tenía ochenta y dos años cuando falleció. Era entonces una anciana a la que quienes la conocían la llamaban cariñosamente “Doña Julieta”. El día antes de morir, había estado con un centenar de niños que se estaban preparando para recibir la Primera Comunión. Hacía tiempo que su cuerpo estaba agotado, pero la madre Giulia no quiso nunca dejar de estar junto a aquellos a los que dedicó su vida, a aquellas personas que recibieron de ella y de sus hermanas una catequesis que les acercaría a Dios.
Giulia Salzano nació en la localidad italiana de Santa María Capua Vetere el 13 de octubre de 1846. La cuarta de siete hermanos, Giulia disfrutó de una infancia feliz pero a la muerte de su padre en 1850, un capital de lanceros del rey de Nápoles Fernando II, su madre, Adelaida Valentino, no pudo asumir el peso de criarlos a todos. Giulia fue entonces trasladada a vivir al orfanato de Santa María de la Gracia en San Nicola la Strada. Junto a las Hermanas de la Caridad, Giulia permaneció hasta los quince años. En aquellos años, recibió el cariño de las religiosas quienes la acercaron a la catequesis y al amor de Dios.
Profesora de religión y catequista
Cuando en 1861 regresó a casa, no se olvidó de ellas y de todo lo que había aprendido en su vida en el convento. Los siguientes años se volcó en sus estudios y consiguió el título de maestra en 1865. Giulia sabía que quería enseñar y lo hizo en Casoria, donde ejerció de profesora de religión y catequista.
Durante años, Giulia Salzano se ganó el cariño y el respeto de las personas que pasaban por sus aulas y se dio cuenta de la importancia que tenía la catequesis en las personas. Devota de la Virgen y del Sagrado Corazón de Jesús, decidió fundar una congregación cuyo fin principal fuera la difusión de la fe.
Congregación de las Hermanas Catequistas
El 21 de noviembre de 1905 fundaba la Congregación de las Hermana Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús al tiempo que tomaba los hábitos. Desde entonces y hasta su muerte, guió los pasos de esta congregación que en la actualidad sigue viva con su labor de apostolado en todos los rincones del mundo, desde Canadá hasta Filipinas, pasando por la India, Brasil o el Perú.
El pueblo de Casoria lloró la muerte de su querida “Doña Julieta” el 17 de mayo de 1929. Ya entonces tenía fama de santidad. En 1974 fue declarada Sierva de Dios y se inició el proceso de beatificación y canonización que culminó en la Plaza de San Pedro el 17 de octubre de 2010. Fue durante la homilía en la que fueron canonizados cinco beatos más, cuando el Papa Benedicto XVI recordó la figura de Giulia Salzano con estas palabras: