Este domingo 23 de octubre es un día especial para la Iglesia en todo el mundo. Es el DOMUND.
El lema del DOMUND este año es: "Seréis mis testigos".
Los niños son también los héroes de esta "película": ejercen como pequeños misioneros y son protagonistas de la Evangelización. Son a la vez los que impulsan las misiones desde el lugar donde viven, con su oración, sus pequeños (o grandes) sacrificios y su limosna. Y al mismo tiempo, también los niños son los receptores de esta obra misional: muchos misioneros de la Iglesia católica cuidan de ellos en atención médica, educativa y social.
Para hablar de qué supone ser misionero, Obras Misionales Pontificias recogió el testimonio de la hermana María José Pascual, que es de origen español y lleva muchos años atendiendo a niños en Bolivia.
Esta religiosa explica cómo recibió la llamada de Dios: "Desde muy joven, a los 13 años, sentí que nacía en mí la vocación misionera después de un retiro en el colegio y poco a poco fue madurando acompañada siempre por la oración."
"El carisma de las Hijas de la Caridad -comenta- es “servir a Cristo en los pobres”. Y siento que Dios me llamó para servirle a Él en la persona de los pobres. Para mí es el mejor regalo que Él me ha dado, ser su instrumento para ayudar a los que están marginados en esta sociedad."
Alfabetización
La hermana María José ha estado en varias misiones: "Primero estuve durante 8 años en El Alto, Bolivia trabajando en el campo de la alfabetización de los Aymaras que emigraban del campo a las ciudades." Gracias a la labor de la misión, 300 personas se sacaron el Bachillerato.
Luego viajó a África, concretamente a Argelia, "en un momento en el que el país salía de la guerra civil y las condiciones de pobreza eran muy grandes. Allí trabajé -recuerda- con las mujeres musulmanas que están muy marginadas en la sociedad. Y también ayudé a niños enfermos terminales en un hospital, y atendí a los niños del orfelinato de Tenes, que eran los niños más vulnerables y desamparados."
"Nos sentíamos apoyados por la oración de todos vosotros"
La experiencia misionera ha dejado huella en su alma: "Con este trabajo -asegura- se fortaleció mi el amor a la Iglesia, ya que nuestra comunidad católica era muy pequeña pero nos sentíamos apoyados por la oración de todos vosotros."
Droga y prostitución
Tras cuatro años, la hermana María José regresó a Bolivia. Ahora vuelve a estar con los niños: "Trabajo -dice- en la educación en Colegio de Fe y Alegría, en promoción de la mujer aymara, niños desnutridos, y en el 'Programa Amanecer' que acoge y rehabilita a niños/as, adolescentes y jóvenes en situación de alto riesgo que viven y duermen en las calles, son adictos a la clefa*, frecuentemente cometen robos y recurren a la prostitución para sobrevivir. Son niños que huyen de sus casas por maltrato familiar, violencia física y sexual, psicológica… Están carentes del afecto y la comprensión familiar."
"El Señor me llamó para acompañar a estos muchachos que necesitan amor y sentir que Dios les quiere", afirma la hermana María José.
La religiosa manda un mensaje a los niños de España que puede hacerse extensivo a los de todo el mundo: "Yo les pediría que no dejen de orar a Jesús. Que hay muchos niños que son perseguidos, los discriminan, viven en la pobreza, están faltos de alimentos y podemos ayudarles con nuestra oración. Jesús escucha la oración de los niños."
"Yo soy feliz ayudándoles y quiero seguir hasta que el Señor disponga"
*La clefa es una droga que se inhala. Su base es la gasolina.