Encontrar la historia del diluvio en la Biblia es un asunto bastante problemático. Esto supone que cualquiera que esté interesado en él tenga que leer entre líneas y reunir un montón de alusiones oscuras a un diluvio primitivo y luego reconstruir la historia él mismo.
El mito se encuentra fácilmente en los capítulos 6 al 9 del libro de Génesis. Y la mayoría de la gente está más o menos familiarizada con él. La historia comienza con la decisión de Dios de devolver la Tierra a su caos previo a la creación – cuando el "Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Cf. Gn 1, 1) –, con Noé y su familia encargados de asistir a en este nuevo comienzo.
Las dificultades surgen cuando el lector se da cuenta de que hay dos versiones diferentes del mito en esas pocas páginas. Pero esto no es sorprendente. La Biblia a menudo proporciona al lector historias contradictorias que se refieren a más o menos las mismas cosas.
Este es especialmente el caso de lo que los eruditos llaman la "historia primitiva": los primeros 11 capítulos del Génesis. Hay una razón relativamente obvia para ello. Todos estos capítulos iniciales están llenos de elementos profundamente simbólicos, parecidos a una fábula.
Por ejemplo, la mayoría de los nombres de sus personajes y referencias geográficas son figurativos y representativos en lugar de reales: Adán significa literalmente "humanidad" pero también insinúa adamah, "tierra"; Eva significa "uno vivo" o "fuente de vida"; la famosa "Tierra de Nod" al este del Edén, donde Caín fue exiliado, significa "errante".
La mayoría de estas historias siempre se refieren al "primer" algo: los primeros seres humanos, el primer asesinato, el primer imperio. La narrativa del diluvio es, en cierto modo, una revisión de las "primeras" aguas primigenias.
Es decir, se trata de historias antiguas, y no es de extrañar que se hayan contado de manera diferente a lo largo de milenios.
La Biblia ofrece dos respuestas diferentes a esa pregunta. En resumen, toda la narrativa del diluvio se compone de dos historias entretejidas, cada una de las cuales corresponde a una fuente diferente. Naturalmente, eventualmente se contradecirán aquí y allá.
Por ejemplo, no están de acuerdo con respecto a cuántos animales se suponía que debían llevarse a bordo del arca. El capítulo seis dice "un par de cada uno" (Cf. Gn. 6, 19). El capítulo siete dice "una pareja de animales inmundos y siete parejas de limpios" (Cf. Gn. 7: 2).
También se encuentra a Noé soltando un cuervo que "iba de un lado a otro hasta que las aguas se secaron" y una paloma que en la tercera ocasión "no volvió a él".
Pero, quizás la diferencia más llamativa entre ambas historias es cuánto duró el diluvio. El capítulo siete dice dos cosas diferentes, solo unos pocos versículos que separan ambas versiones.
Según Génesis 7, 17, el diluvio duró 40 días. Esta es, seguramente, la versión más famosa de la historia. Ha sido objeto de todo tipo de interpretaciones simbólicas, tipológicas y teológicas; estos 40 días se leen como una prefiguración de los 40 años que los israelitas pasaron vagando por el desierto y de los 40 días de Jesús en el desierto.
Pero según Génesis 7, 24, solo siete versículos después, el diluvio duró 150 días. ¿Cómo se explica esta diferencia?
La respuesta es relativamente sencilla. Los expertos coinciden en que la narrativa de 40 días es la original. Se centra en la justicia de Noé más que en la majestad y el poder de Dios.
Por tanto, la duración de la inundación es más "modesta"; de hecho, sólo tarda una semana en retroceder: se concibe en términos más "humanos".
La historia de 150 días es una adición posterior. Destaca la trascendencia, la justicia y la virtud de Dios: es más "piadosa", orientada a lo divino.
Ambas, juntas, forman un todo unificado que proporciona al lector una comprensión integral de los requisitos de la justicia divina y la respuesta humana justa a tales demandas.