Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
La llegada del verano siempre es motivo de alegría. Es tiempo de compartir más en familia, de hacer actividades distintas, viajar (si se puede), descansar y divertirse. Pero también es momento de controlar los excesos y de no olvidarnos de Dios.
Si bien es cierto que el del año pasado fue bastante atípico, que el de este 2021 sea una oportunidad también para demostrar lo que aprendimos en más de un año de pandemia. Que la fe no se vaya de vacaciones.
1Disfrutar de la naturaleza
No hay mejor lugar para estar en contacto con Dios que en medio de su creación. Aprovechen para visitar un parque, lago o playa. Tomen su tiempo para apreciar la belleza de su obra, los detalles y la paz que brinda. Asimismo, se pueden aprovechar actividades simples para fomentar valores o transmitir mensajes. Por ejemplo, un poco de senderismo en subida puede enseñar sobre sacrificio o trabajo en equipo.
2Tarde de bisutería
Particularmente a las niñas les gusta hacer pulseras y collares. Además de los materiales clásicos para hacerlas, puedes comprar algunas medallitas o cruces para que las incluyan, y pueden convertirse en un muy bonito regalo de regreso a clases para sus compañeras y maestras.
Incluso, si viajan a otro país o ciudad, pueden comprar medallitas del santo o advocación de la Virgen de la localidad y, en lugar de una pulsera o collar, pueden hacer también un rosario y aprovechar el momento para enseñarle cómo rezarlo.
3Cocinar la receta de un santo
Recetas hay muchas, pero por qué no intentar hacer una receta milenaria. Es la perfecta oportunidad para comer algo delicioso y, además, aprender sobre la vida de ese santo o santa. Aquí en Aleteia tenemos varias. Incluso, pueden hacer varias para un día de picnic.
4Una cápsula del tiempo
Si a tus hijos les encanta los juegos de búsqueda de tesoros, por qué no mejor dejar uno. En una caja pequeña, pueden escribir sobre lo que vivieron en estos últimos meses, colocar un rosario, una foto u objeto personal especial, un libro… y luego la pueden enterrar en algún sitio que sea permitido o hasta esconderla dentro de la propia casa, bien sea para abrirla ellos mismos dentro de algunos años o que alguien más la encuentre.
5Conocer una iglesia nueva
No necesariamente necesitas salir de tu ciudad para conocer un lugar sagrado nuevo. Seguramente cerca de casa hay alguna iglesia o monasterio que no conocen y éste es el momento perfecto para hacerlo, bien sea para agradecer por tener salud y/o para pedir por aquellos que estén atravesando una situación difícil.
6Trivia católica
En vez de usar los juegos de mesas tradicionales, en familia, pueden crear su propio “juego” católico, donde todos se involucren desde la creación del contenido hasta el diseño del tablero, las cartas, etc. Será entretenido y, al mismo tiempo, educativo y formativo.
7Visitar un refugio de animales
Al mejor estilo de San Francisco de Asís, los niños pueden aprender sobre distintas especies y reflexionar sobre aquellas que están en peligro de extinción. También pueden ir a los que son sólo de perritos y gatos y ofrecerse como voluntarios por un día (siempre y cuando no sea motivo de conflicto luego; aunque, de repente, se animan a adoptar alguno). Si no tienen un refugio cerca, pueden construir una casita para pájaros y también es una manera muy bonita de inculcar el amor hacia los animales.
8Una fogata
No sólo es una oportunidad para cantar juntos o relatar fábulas, sino también para tener conversaciones íntimas familiares. Se pueden decir lo que más admiran de cada uno, preguntarse con qué tipo de animal se identifican y por qué… entre preguntas “serias” y divertidas, pueden aprender más de cada uno y fortalecerse como familia.
9Limpieza de clóset
No es la actividad más divertida, pero es necesaria. Cuando se acerque el cambio de estaciones y de armario, aprovechen para donar todo aquello que ya no estén utilizando y que a alguien más le podría hacer de mucha ayuda.
10Observar las estrellas
No necesitan comprar un telescopio, basta con una noche despejada de verano para disfrutar de una noche estrellada. No sólo será divertido tratar de encontrar las constelaciones, sino que es un excelente momento para reflexionar sobre la grandeza e inmensidad de Dios.