Antes de Internet, el personal militar tenía una sencilla herramienta con la que podían unir mentalmente sus oraciones con la Iglesia las mañanas de domingoLos católicos de todo el mundo han llegado a experimentar recientemente lo que significa no poder asistir a misa en una iglesia.
Aunque muchas iglesias han vuelto a abrir después del confinamiento inicial durante la primera ola de la pandemia de coronavirus, todavía hay estrictas limitaciones en muchos lugares y algunas poblaciones vulnerables siguen evitando las reuniones públicas.
Y si una segunda ola de infecciones de COVID-19 se descontrola este otoño e invierno, muchos fieles tendrán que volver a asistir a la misa de domingo a través de una emisión en directo por Internet.
¿Cómo vivían los soldados su fe?
Resulta instructivo recordar que, en tiempos de guerra, los soldados católicos a menudo se encontraban en apuros similares. No siempre tenían el lujo de poder asistir a misa los domingos y días santos. Aunque siempre ha habido capellanes que acompañan a las tropas, a veces no dan abasto. A veces, también, las condiciones demasiado difíciles o peligrosas imposibilitan que puedan ofrecer servicios litúrgicos.
Antes de que los soldados y marinos tuvieran el beneficio de la tecnología de Internet para ayudarles en el culto, los líderes de la Iglesia buscaban otras formas de ayudar.
“Muchos hombres solían llevar una versión de bolsillo de los Salmos y del Nuevo Testamento e intentaban pasar tiempo leyendo pasajes de ahí”, contó a Aleteia Mike Strainic padre, historiador de la organización de veteranos de guerra estadounidenses Catholic War Veterans of USA.
El Misal Militar
“Siempre que había un sacerdote disponible en una unidad, escuchaba confesiones, decía misa y a veces ofrecía alguna bendición especial; como el último sacramento se llamaba ritos funerarios, intentaban evitar ese nombre. Los sacerdotes en tiempos de guerra también tenían el privilegio de la absolución general, así que si no había tiempo para confesiones individuales, un sacerdote podía absolver a todo un grupo para que todos pudieran recibir la comunión antes de entrar en batalla”.
En 1942, en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, la Confraternidad de la Preciosa Sangre publicó My Military Missal, es decir, “Mi misal militar”, un libro de oración destinado a uso por personal militar en tiempos de guerra.
Lo distribuía el Servicio Nacional de la Comunidad Católica (NCCS, por sus siglas en inglés), una de las diversas agencias que se unieron para formar la United Service Organization (USO), una organización sin ánimo de lucro que actualmente ofrece servicios recreativos, de apoyo moral y de contacto con las familias y el país de origen de los militares.
Para rezar el Rosario
Según lo describe Stephanie Soule, bibliotecaria y archivista de la Colección Católica Especial de EE.UU. en la Universidad de Dayton, My Military Missal era una obra de 128 páginas lo bastante compacta como para guardarse en una mochila o un bolsillo. “Tiene varias características únicas diseñadas para su uso por las fuerzas armadas”, escribió Soule en 2016, tras descubrir la obra entre los estantes de la Colección Católica Especial de EE.UU.
“Para empezar, en la cubierta posterior, el misal presenta unas cuentas de rosario impresas. Las cuentas se representan a través de protuberancias en la cubierta posterior, lo cual permite al usuario sentir o seguir su rastro a lo largo del Rosario y llevar un seguimiento de su progreso durante la oración, de forma similar a como se haría con un rosario de collar de cuentas”.
La oración del reloj de Misa
Quizás lo más enigmático son el “reloj de misa” (Mass-Clock) y la “oración del reloj de misa” (Mass-Clock-Prayer), unos elementos que ofrecía el misal para los soldados incapaces de asistir a la misa de domingo. Todo lo que había que hacer era mirar el “reloj de misa”, que mostraba todas las zonas horarias del mundo, encontrar la franja horaria donde se celebraran las misas matinales y luego recitar la “oración del reloj de misa” para unir las oraciones de uno con las de dichas misas:
Padre Eterno, por el Inmaculado Corazón de María, deseo unirme a Jesús, ofreciendo ahora su Preciosa Sangre en [mencionar nombre del país] en el Santo Sacrificio de la Misa por las necesidades de la Santa Iglesia, la conversión de los pecadores, el alivio de las almas en el Purgatorio y por la gracia especial que aquí imploro. Amén.
Era importante saber en qué parte del mundo era domingo por la mañana porque, antes de las reformas del Concilio Vaticano Segundo, el Derecho Canónico exigía que la misa se celebrara en las horas de la mañana (exceptuando las misas de medianoche en Navidad y la del Jueves Santo). El ayuno de la Eucaristía empezaba a medianoche, así que los sacerdotes y todo el que tuviera intención de recibir la comunión tendría que hacerlo por la mañana o pasar sin comer todo el día.
Consejos a los católicos
Soule señaló que el misal también ofrecía consejos a los católicos del ejército y la marina, incluyendo el de “Dé buen ejemplo como caballero católico. Para los no católicos, usted representa la Iglesia. Anime a otros católicos a seguir a Cristo”, y “Recuerde, está establecido que los hombres ‘mueran una sola vez’. Rece para vivir y morir como un soldado de Cristo”.
Además de encontrarse en la Universidad de Dayton, existe una copia personal de este misal en manos del Museo Conmemorativo del Holocausto en Estados Unidos, cuyo sitio web describe su significado:
Libro de oración católica empleado por Anthony Acevedo, de 20 años, cuando era médico militar de Estados Unidos y prisionero de guerra alemán en el campo de trabajos forzados de Berga an der Elster de diciembre de 1944 a abril de 1945. Tony era un estadounidense mexicano que se alistó en el ejército de EE.UU. en 1943. Sirvió como médico en la Compañía B, 275.º regimiento, 70.ª División de Infantería. En enero de 1945, la compañía se rindió ante el ejército alemán durante la Batalla de las Ardenas.
Para honrar a sus compañeros soldados
Fueron enviados a un campo de prisioneros de guerra, Stalag IX-B, en Alemania, donde Tony fue torturado durante interrogatorios. En febrero, fue transferido junto con 350 compañeros solados, bien judíos o bien considerados indeseables, a Berga, un subcampo del campo de concentración de Buchenwald. Berga era un campo de trabajos forzados donde los prisioneros trabajaban duro en túneles y minas subterráneas. Tony trabajó en el campo como médico y fue capaz de ocultar un diario y registrar los nombres y las muertes de muchos de los que murieron allí. Hizo esto por deber y para honrar a sus compañeros soldados.
El padre Aidan Logan, OCSO, director de vocación de la archidiócesis de los Servicios Militares de Estados Unidos, afirmó que existían al menos otros tres libros de oración de bolsillo para católicos en el ejército en la Segunda Guerra Mundial, y todos ofrecían en texto completo del Ordinario de la Misa, junto con oraciones católicas tradicionales.
Sin embargo, según contó a Aleteia, “ninguno tiene el ingenio del ‘reloj de misa’”.