Los evangelios están llenos de banquetes, y podemos tener una idea bastante realista de lo que se ofrecía en ellosDesde la boda de Caná hasta la pesca milagrosa, la comida y la bebida están por todas partes en los Evangelios. Algunos estudiosos dicen incluso que “Jesús se comió su camino a través de los Evangelios”.
Es cierto que muchos de los momentos más importantes del Evangelio están marcados por las comidas. Por ejemplo, la boda de Caná que, en el Evangelio de Juan, es la ocasión para el comienzo del ministerio de Jesús. Más tarde, Jesús recibe críticas de los fariseos por comer con recaudadores de impuestos y pecadores, y tuvo que defender a sus discípulos por recoger espigas en sabbat.
Su ministerio culmina incluso con una comida, la Última Cena, que nosotros, como católicos, representamos en la Eucaristía. En Juan 6, Jesús dijo a Sus seguidores que debían comer Su carne y beber Su sangre para ser salvados. Incluso en la cruz, Jesús ingiere una bebida a base de vinagre.
Las comidas continúan jugando un papel en los encuentros que los discípulos tienen con Jesús después de Su Resurrección, valga el ejemplo de la fracción del pan en el camino a Emaús y la pesca milagrosa de peces en el mar de Galilea.
Pero, ¿qué comían y bebían exactamente Jesús y sus discípulos? ¿Cómo habría sido una comida típica para ellos?
En el siglo I, la dieta típica de una persona judía de Oriente Medio se habría basado en gran medida en el pan, según los autores de The Food and Feasts of Jesus: Inside the World of First Century Fare [La comida y las celebraciones de Jesús: dentro del mundo de los alimentos del siglo I]. “Para ricos y pobres por igual, el pan era el corazón de la dieta mediterránea del siglo I. Se hacía todos los días. Se comía en todas las comidas (…). El pan era lo que la gente comía para vivir (…). Cuando el pan se acababa, todo se había acabado”, escriben los autores (ver esta reseña). Esto, sin duda, le da un significado más profundo a “danos nuestro pan de cada día”.
Otro alimento básico eran las legumbres, como los garbanzos, las habas y las lentejas, según Food and Feasts of Jesus. Las frutas habrían incluido uvas, granadas e higos. La principal fuente de carne eran las ovejas y las cabras, y el vino se servía como bebida común, según el escritor católico James Campbell.
Y no fue solo la Última Cena o las comidas después de la Resurrección las que tuvieron un significado especial, según señala Campbell. “Las comidas eran un momento sagrado cuando la presencia de Dios era esperada y bienvenida en cada comida. La gente reconocía que, aunque se habían ganado el pan de cada día, Dios era quien les daba todo lo que tenían. La hermandad en una comida siempre era hermandad ante Dios”, afirma Campbell.