Homilía hoy en Casa Santa Marta
“La Iglesia es femenina”, “es madre” y cuando falta este rasgo indennitario se convierte en “una asociación de beneficencia o un equipo de fútbol”; cuando “es una Iglesia masculina”, tristemente se convierte en “una Iglesia de solteros”, “incapaces de amor, incapaces de fecundidad”.
Así lo dijo hoy en Papa Francisco durante la misa celebrada en Casa Santa Marta, en la primera fiesta de la Virgen María, Madre de la Iglesia. Esta memoria se celebra este año por primera vez, tras la publicación – el 3 de marzo pasado – del decreto “Ecclesia Mater” de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos.
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Por voluntad del mismo Pontífice, la fiesta se celebra el lunes después de Pentecostés, para “favorecer el crecimiento del sentido maternal de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, como también de la genuina piedad mariana”.
En la homilía, el Papa precisa que en los evangelios a María se le llama siempre “Madre de Jesús”, no “la Señora” o “la viuda de José”: su “maternidad” recorre todas las Sagradas Escrituras, desde la Anunciación hasta el final. Una especificidad que comprendieron en seguida los Padres de la Iglesia, una dote alcanza y ciñe a la Iglesia.
“La Iglesia es femenina, porque es ‘iglesia’, ‘esposa’: es femenina. Y es madre, da a la luz. Esposa y madre. Y los Padres van más allá y dicen: ‘También tu alma es esposa de Cristo y madre’. Y en esta actitud que viene de María, que es Madre de la Iglesia, en esta actitud podemos comprender esta dimensión femenina de la Iglesia, que cuando no existe, la Iglesia pierde su verdadera identidad y se convierte en una asociación de beneficiencia o en un equipo de futbol o en cualquier otra cosa, pero no en la Iglesia”.
Solo una Iglesia femenina podrá tener “actitudes de fecundidad”, según las intenciones de Dios, que “quiso nacer de una mujer para enseñarnos este camino de mujer”.
“Lo importante es que la Iglesia sea mujer, que tenga esta actitud de esposa y de madre. Cuando olvidamos esto, es una Iglesia masculina, sin esta dimensión, y tristemente se vuelve una Iglesia de solteros, que viven en este aislamiento, incapaces de amor, incapaces de fecundidad. Sin la mujer, la Iglesia no puede seguir, porque la Iglesia es mujer. Y esta actitud de mujer le viene de María, porque Jesús lo quiso así”.
La virtud que distingue sobre todo a una mujer, subraya el Papa Francisco, es la ternura, como María que “dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo colocó en un pesebre”: cuidar con mansedumbre y humildad son las cualidades fuertes de las mamás.
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