La cineasta francesa es la primera realizadora de la Historia y, sin embargo, la ley dificultó que su nombre constara en la historia del cine.
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El 22 de marzo de 1895, una mujer francesa que trabajaba como secretaria, Alice Guy, acudió junto al dueño de la compañía fotográfica Gaumont a un acto que con el tiempo se consideraría histórico: la proyección de “Los trabajadores saliendo de la fábrica” de los hermanos Lumière. La primera película (y documental) de la Historia.
Aquello marcó la retina y el corazón de Alice, que se sintió llamada a trabajar con la cámara desde aquel momento. No fue fácil, puesto que su jefe le permitió el uso de los aparatos de la empresa pero fuera del horario laboral.
Fue así como surgió una pequeña obra que resultaría la primera película de ficción de la historia: se trataba de “La Fée aux choux” (1896), algo así como “el hada de los repollos”, una historia próxima al cuento ilustrado y al noveau art (puede verse una secuencia en el vídeo).
Decidió entonces viajar a España, un país que para Europa mostraba imágenes exóticas como toreros y bailaoras de flamenco. Alice rodó escenas con este tipo de personajes, así como gentes del mundo de las atracciones circenses, la magia y el ilusionismo.
Era algo próximo al cine y el espectáculo, pero aquella mujer ya estaba también interesada en captar aspectos sociales, costumbristas y menos convencionales.
Nos consta que estuvo en Barcelona, Madrid, Sevilla, Granada y Córdoba. Pero esta no fue su única salida.
Era de vocación cosmopolita y gracias a su posición familiar conoció Chile, Suiza e Inglaterra, antes de trasladarse a Estados Unidos, casarse y establecerse definitivamente.
Su gran paso profesional, en efecto, se dio en Estados Unidos. Allí pudo montar en 1910 un estudio cinematográfico, Solax, con el que se consolidaría no solo como creativa sino también como empresaria teniendo a su marido, Herbert Blaché, como socio.
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Sus deseos de innovación se notan en cada trabajo. Experimentó con las emulsiones, el cinematógrafo, el rodar marcha atrás y añadir sonido, el blanco y negro, el color y los tintados… Estaba a la última y además era muy prolífica.
Una superproducción sobre Jesucristo
Curiosamente, es la directora de uno de los primeros filmes sobre Jesucristo ya que en 1899 rodó “Nacimiento, Vida y Muerte de Jesucristo”, titulada en español “La Crucifixión”. Fue una superproducción que contó con más de 300 extras, lo que para la época supuso un despliegue de medios poco usual, y se rodó en los bosques de Fontainebleau.
La filmografía de Alice Guy es extensísima, pero sorprende su admirable captación de la realidad contemporánea, su interés cultural y su proyección social. Entre los títulos, hay una versión del “Jorobado de Nôtre Dame”, de Victor Hugo, titulado “Esmeralda” (el nombre de la protagonista), fechada en 1905. Sin olvidar un rompedor grito en favor del empoderamiento femenino con “Making an American Citizen”, en el que una mujer lucha por sus derechos frente a los abusos del marido.
Fuera del sistema y de lo convencional, rodó una película íntegramente con actores de raza negra, “A fool and his money” (Un loco y su dinero).
Todo iba viento en popa. Alice, afincada en Nueva York con la boyante Solax, era casi hiperactiva (rodó unas mil películas en 24 años) y estaba satisfecha de haber trabajado infatigablemente (incluso durante los embarazos y la crianza de sus dos hijos). Su matrimonio era casi perfecto hasta que un buen día su esposo (con quien había contraído matrimonio en 1907) se marchó a Hollywood con una actriz de poca monta. El divorcio llegaría poco después.
Lucha por que se reconociera su trabajo
Alice se sintió entonces defraudada y decidió regresar a Francia. Su cámara enmudeció y Hollywood no tuvo el valor de reconocer su trabajo como pionera. Vendió Solax. Al hacer esto, las películas perdieron su nombre legalmente ya que los filmes pertenecían a la productora y no era del director en aquella época. Guy hubo de luchar hasta el final de sus días por que se reconociera su impronta, lo que hizo que regresara a Estados Unidos.
En 2012, Solax celebró su centenario (había nacido el 1 de julio de 1873) con una campaña de recaudación de fondos para restaurar la lápida de la fundadora de la empresa e incluir el logo de la empresa y una descripción de la importancia de Alice Guy en la historia del cine. Eso fue todo, sin olvidar que en 1957, con Alice Guy todavía presente, la Cinemateca Francesa le rindió un homenaje y a él desgraciadamente no asistió ningún periodista. Ella fallecería a los 94 años en una residencia de ancianos.
Tal vez ahora que Hollywood anda escaso de buenos guiones y que Estados Unidos mira hacia su propia historia, sea el momento de recuperar la figura de esta mujer. Los hermanos Lumière, George Méliès y los demás pioneros del cine estarían orgullosos de conceder a esta creadora, directora y productora el reconocimiento debido en la historia del séptimo arte.
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