¿Se trata de una medida económica o social?
Parece mentira que, en pleno 2017, sea noticia que un país le permita a las mujeres conducir. Pero eso fue lo que pasó ayer, 26 de septiembre, cuando el rey Salmán bin Abdulaziz lanzó un decreto en el que autoriza que las mujeres de su país puedan obtener licencias para conducir.
La comunicación se hizo a través de la cuenta de Twitter del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se ordena que se establezca un órgano ministerial para dar asesoramiento en un plazo de 30 días y que los permisos para manejar comiencen a emitirse a partir de junio del año que viene.
Arabia Saudita era el único país donde solamente los hombres podían estar detrás del volante, una ley que se implementó en 1957 (justo hace 60 años), fundamentalmente por motivos religiosos. Algunos clérigos musulmanes decían que era una forma de evitar la promiscuidad y el colapso de la familia saudí; otros hasta se atrevieron a decir, sin ningún tipo de prueba científica, que manejar dañaba los ovarios femeninos.
Sin embargo, la decisión de ayer tiene que ver más con un asunto económico que social o de justicia de género. El príncipe heredero Mohámed bin Salmán, de 32 años y de quien se espera que asuma el trono muy pronto, ha dicho que él quiere que para el 2030 su reino sea una gran potencia económica y por eso había que hacer ciertas reformas.
Al permitirles a las mujeres manejar se espera que aumente su participación en el campo laboral, ya que muchas desistían de hacerlo porque invertían la mitad de su salario en transporte o dependían de un hombre de la familia para poder llegar a la oficina.
Asimismo, es una medida que ayuda a mejorar la reputación internacional del país, cuya prohibición de manejo a las mujeres se había convertido en un símbolo mundial de opresión femenina. De hecho, en todo este año se han hecho una serie de cambios para ir suavizando esta imagen negativa. Por ejemplo, en mayo el rey también decretó que las mujeres sí pueden tener acceso a ciertos servicios gubernamentales sin necesidad de tener permiso de su guardián masculino; y el sábado pasado (23 de septiembre) también por primera vez se permitió que las mujeres entraran a un estadio deportivo para presenciar las celebraciones del día nacional del reino.
De igual forma, el que ahora las mujeres de Arabia Saudita puedan manejar es motivo de celebración, sobre todo si recordamos protestas como la de 1990, donde 47 mujeres tuvieron que pasar una noche en la cárcel y sus pasaportes fueron anulados por manejar por las calles de Riad en señal de protesta. No obstante, es tan sólo una gota de agua en una nación donde todavía una mujer no puede viajar al exterior o someterse a ciertos procedimientos médicos sin el consentimiento de su esposo, padre o hijo, por ejemplo.
Además, quedan muchas preguntas en el aire, sobre todo porque el decreto también aclara que la medida debe “aplicarse y adherirse a los estándares necesarios de la Sharia”, la ley islámica que rige en Arabia Saudita y otros países musulmanes: ¿Qué limitaciones habrá pues a la hora de manejar? ¿Deberán también contar con un permiso masculino? ¿Será que se les permitirá manejar sólo si es para ir a trabajar? ¿Qué será de todas esas empresas que se dedicaban justamente a ofrecer transporte a las saudíes? ¿Cómo se manejará la seguridad de estas mujeres en una sociedad tan patriarcal?
Lamentablemente, todavía tendremos que esperar unos meses para tener estas respuestas, pero esperemos que en realidad éste sea el primer gran paso en la liberación de la mujer saudí y no quede simplemente en una medida con intereses económicos.