Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios nuestro
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
¿Cuando te despiertas, te haces la “señal de la Cruz”? ¿Y antes de comer? ¿Y cuando te vas a dormir? ¿Al menos una vez al día? Si supieras la importancia de esta oración, te garantizo que la pondrías más en práctica.
Muchas personas, al no entender la importancia de esa oración, la hacen de forma displicente, haciendo apenas el gesto, sin la efectiva invocación a la Santísima Trinidad.
La “señal de la Cruz” no es un gesto ritualista, sino una verdadera y poderosa oración. Es la señal de los cristianos.
Por medio de ella muchos santos invocaban la protección del Altísimo. A través de ella pedimos a Dios que, por los méritos de la Santa Cruz de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, Él nos libre de nuestros enemigos, y de todas las trampas del mal, que atentan contra nuestra salud física y espiritual.
Pero ¿sabes hacer “la señal de la Cruz”?
De forma solemne, sin prisa, y con la mayor devoción y respeto:
Por la señal de la Santa Cruz (en la cabeza): pedimos a Dios que nos dé buenos pensamientos, nobles y puros. Y que Él aleje de nosotros los pensamientos malos, que sólo nos causan mal.
De nuestros enemigos (sobre la boca): pedimos a Dios que de nuestros labios sólo salgan alabanzas. Que nuestro hablar sea siempre para la edificación del Reino de Dios y para el bienestar del prójimo.
Líbranos Señor, Dios nuestro (sobre el corazón): para que en nuestro corazón sólo reine el amor a la ley del Señor, alejándonos de todos los malos sentimientos, como el odio, la avaricia, la lujuria… Haciéndonos verdaderos adoradores.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén – Es el acto liberador y debe ser realizado con la mayor reverencia, consciencia, fe y amor, pues expresa nuestra fe en el Misterio de la Santísima Trinidad, núcleo de nuestra fe cristiana, Dios en sí mismo. Debe hacerse con la mano derecha, llevándola de la cabeza a la barriga, y del hombro izquierdo al derecho.
Ahora que sabes la importancia de la “señal de la Cruz”, hazla antes de salir de casa, antes de cualquier trabajo, en los momentos difíciles y en los momentos de alegría también.
Hazla sobre ti y, siempre que sea posible, en la cabeza de tu hijo, de tu esposo, de tu esposa, de tu hermano, de tu sobrino,…
Pide a Dios, siempre, que Él te libre y a los tuyos, de todos los males, con el objetivo de hacerlo todo -despertar, comer, estudiar, trabajar, dormir, viajar…- en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Por Juventude OA