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Los hijos del divorcio: consecuencias de la alienación parental

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Luz Ivonne Ream - publicado el 25/02/17
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Los niños tienen el derecho de guardar una imagen sagrada de cada uno de sus padres

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Pareciera que se nos está haciendo común ver que cada vez se divorcian más y más parejas. Por favor, que no se nos haga normal lo que en sí mismo va en contra de la naturaleza. El que muchos estén tomando esa salida no significa que sea la única ni la mejor, sobre todo por las consecuencias que esta decisión deja en los hijos. El daño que se les hace con un divorcio no hay palabras que lo expliquen. La solución a toda crisis matrimonial no es el divorcio, sino la conversión de los corazones.

Ahora bien, si ya estás viviendo esa experiencia ayuda a tus hijos para que esta sea lo más llevadera posible. Este apoyo es de ambos padres. Los hijos de padres separados tienen mayor probabilidad de vivir felices si los padres comparten custodia, es decir, que convivan con ambos sin condicionamientos humanos o de conveniencia para alguno de los padres.

Lo que para los padres algún día fue un don y no un derecho como lo es el don de la paternidad y así traer esos hijos al mundo, hoy, en los hijos ese don se convierte en un derecho divino, derecho a tener un padre y una madre que les amen y protejan incondicionalmente. El padre y la madre ejercen roles únicos e intransferibles, es decir, ni papá puede hacer las veces de mamá ni mamá las de papá. Cada papá y cada mamá son indispensables e insustituibles en la vida de cada hijo.

Existe un término que quizá te parezca nuevo, síndrome de alienación parental, el cual es una forma de maltrato infantil lleno de maldad mediante el cual uno de los progenitores hace todo y de todo por destruir la imagen del otro y los vínculos afectivos entre padres e hijos. Es decir, el padre que siente odio, rabia y rencor en contra del otro padre escupe todo ese veneno al corazón del hijo pretendiendo que este sienta lo mismo por el progenitor.

Este síndrome (SAP) o comportamiento del padre crea en el hijo mucho dolor, enojo, tristeza, frustración, sentimientos que no le corresponden sentir y que son producto de la maledicencia de uno de los padres. Si quieres que tu hijo se torne un adolescente depresivo, agresivo, violento y con gran predisposición al suicidio y, por ende, un adulto inestable y delictivo, este es el camino directo.

El hijo -por naturaleza- desea amar a sus padres y si tú eres un padre que actúa de esta forma no se lo estas permitiendo. Y los más triste es que si el hijo elije amarle, este generará una culpa espantosa y pensará dentro sí: “¿Cómo puedo ser capaz de amar a esa persona si es un monstruo? ¿Sabes la confusión que le crearás a tu hijo?

Hace poco, el Papa Francisco hizo una exhortación donde pide a los matrimonios separados que no utilicen a los hijos como rehenes. Afirmó que los hijos deben crecer escuchando a la madre hablar bien del padre y al padre de la madre, aunque estos ya no vivan juntos.

Por eso, poner al hijo a elegir, “¿Con quién te vas con mamá o con papá?”; hacer preguntas absurdas como ¿”A quién quieres más?” o ¿quién te da mejores cosas?; chantajearles de alguna manera, hablar mal uno del otro o no dejarle ver al padre porque este no ha cumplido con la cuota económica mensual, entre muchas otras cosas, es una forma de terrorismo emocional y espiritual que atenta contra su dignidad y sus derechos de hijo.

Esta manera de actuar de algunos padres hace que el alma del niño sufra mucho porque esta siente una sensación de desesperación y culpabilidad que le dejarán heridas que le marcarán para toda la vida. Si tu ex tiene defectos, ¡te callas! No tienes ningún derecho de envenenar el alma de tu hijo.

Si eres el papá que le está haciendo esas preguntas, o le estás envenenando su corazón, mejor yo te pregunto a ti, ¿cuál brazo prefieres cortarte, el derecho o el izquierdo? Qué absurda mi pregunta, ¿verdad? Pues más absurda la pregunta o los comentarios que tú le haces porque por lo menos tu aprenderás a vivir sin un brazo y aún sin él serás feliz porque ni tu alma ni tu corazón se vieron afectados.

Sin embargo, las huellas de abandono, huellas profundas que se dejan en el alma del niño por la ausencia emocional o física de alguno de los padres y del cual quizá tu estas siendo co-participe por tu manera maledicente de hablar y actuar, son huellas que difícilmente les dejará vivir plenos, felices y en paz.

Padres, los hijos son un don de Dios para ambos y no una propiedad. Al hablar mal de tu ex con tus hijos no le haces daño al ex sino a tus hijos, los destruyes interiormente. Cambia de estrategia para conservar su amor y respeto. El odio genera rencor y más odio. El amor genera perdón, misericordia y más amor.

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