En la fiesta de la Epifanía, Francisco instó a ver más allá de lo aparente
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El Papa Francisco instó a adorar a Dios arrodillándose ante el pequeño, el indefenso, el pobre, el extraño. Lo hizo al presidir la Misa por la Epifanía en la Basílica Vaticana este viernes 6 de enero de 2017.
En Belén “estaba sucediendo algo nuevo. Los magos pudieron adorar (a Jesús) porque se animaron a caminar y postrándose ante el pequeño, postrándose ante el pobre, postrándose ante el indefenso, postrándose ante el extraño y desconocido Niño de Belén descubrieron la Gloria de Dios”.
Lo dijo el Papa en el día en que la Iglesia celebra que Jesús toma una presencia humana; la del niño de Belén.
Herodes no reconoció la estrella que brillaba en Belén, en analogía a las personas llenas de si mismos, ciegas de poder, gloria, reconocimiento, que siguen “esquemas mundanos”.
En la homilía Francisco explicó que los magos venidos de tierras lejanas, nos dan a conocer el motivo de su larga travesía: “adorar al rey recién nacido”. Ellos dejándose guiar tenían en sus corazones una “santa nostalgia de Dios”.
“«¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella y hemos venido a adorarlo» (Mt 2,2)”.
“La santa nostalgia de Dios brota en el corazón creyente pues sabe que el Evangelio no es un acontecimiento del pasado sino del presente”.
Así, se detiene en dos acciones: Ver y adorar “que se destacan en el relato evangélico: vimos una estrella y queremos adorar”.
Para ver la estrella como los magos, Francisco invita a estar abiertos a la novedad con “el corazón abierto al horizonte” para lograr “ver lo que el cielo” muestra.
La nostalgia por Dios
Los magos “reflejan la imagen de todos los hombres que en su vida no han dejado que se les anestesie el corazón”.
El Pontífice habla de una nostalgia que saca “de nuestros encierros deterministas, esos que nos llevan a pensar que nada puede cambiar”.
La nostalgia de Dios “es la actitud que rompe aburridos conformismos e impulsa a comprometernos por ese cambio que anhelamos y necesitamos”.
Por eso, “al igual que los magos, el creyente «nostalgioso» busca a Dios, empujado por su fe, en los lugares más recónditos de la historia, porque sabe en su corazón que allí lo espera su Señor”.
¿Donde?
Encontrar a Dios en la periferia, en la frontera; los lugares “no evangelizados”. Sin una postura de “de superioridad”.
Como actitud contrapuesta, Francisco presenta a Herodes en su palacio que distaba muy pocos kilómetros de Belén, ignorante de lo que sucedía.
“Mientras los magos caminaban, Jerusalén dormía. Dormía de la mano de un Herodes quien lejos de estar en búsqueda también dormía”.
De esta manera, pone de frente la “conciencia cauterizada” de los que duermen sin esperar a Dios y luego tienen “miedo”.
El desconcierto
“Es el desconcierto que, frente a la novedad que revoluciona la historia, se encierra en sí mismo, en sus logros, en sus saberes, en sus éxitos”, destacó.
El Papa explica el desconcierto de quienes no sueñan Dios y viven en su propia autosuficiencia.
“El desconcierto de quien está sentado sobre su riqueza […]que brota del corazón de quién quiere controlar todo y a todos”.
“Es el desconcierto del que está inmerso en la cultura del ganar cueste lo que cueste”.
“Un desconcierto que nace del miedo y del temor ante lo que nos cuestiona y pone en riesgo nuestras seguridades y verdades, nuestras formas de aferrarnos al mundo y a la vida”.
Francisco enseña que Herodes tenía miedo, y ese miedo “lo condujo a buscar seguridad en el crimen”.
Adorar
De ahí, invitó a adorar al niñito de Belén. Así como los “hombres de Oriente”. Ir en su búsqueda.
El Rey que nació no es como la lógica mundana lo quiere: vive en un Palacio, tiene una corte y es “venerado, temido y adulado”, pero “no necesariamente amado”.
“Esos son los esquemas mundanos, los pequeños ídolos: el culto al poder, a la apariencia y a la superioridad. Ídolos que solo prometen tristeza y esclavitud”.
La osadía de los magos fue de ver más allá de lo aparente. “Descubrir que lo que ellos buscaban no estaba en el palacio sino que se encontraba en otro lugar, no sólo geográfico sino existencial”, indicó Francisco.
La estrella que conduce a un Dios “que quiere ser amado” bajo el “signo de la libertad” y “no humilla, no esclaviza, no encierra”.
Descubrir la mira de Dios…
“Descubrir que la mirada de Dios levanta, perdona, sana. Descubrir que Dios ha querido nacer allí donde no lo esperamos, donde quizá no lo queremos”, insistió.
Para algunos Dios parece estar lejos. Sin embargo, el Obispo de Roma dijo que “en la mirada de Dios hay espacio para los heridos, los cansados, los maltratados y abandonados: que su fuerza y su poder se llama misericordia”.
De esta manera, indicó que “Herodes no puede adorar porque no quiso y no pudo cambiar su mirada”.
Para ver la estrella que lleva a Dios hay que salir de los vestidos de Herodes quien “no quiso dejar de rendirse culto a sí mismo creyendo que todo comenzaba y terminaba con él”.
“No pudo adorar porque buscaba que lo adorasen. Los sacerdotes tampoco pudieron adorar porque sabían mucho, conocían las profecías, pero no estaban dispuestos ni a caminar ni a cambiar”.
Entonces, la nostalgia de un Dios hecho carne y cercano. “Los magos sintieron nostalgia, no querían más de lo mismo”. “Estaban […]cansados de los Herodes de su tiempo”.
Es la promesa que nace en Belén; “la promesa de gratuidad” de Dios.
Antes de la homilía se informó el calendario de las fiestas cristianas
“Les anunciamos la alegría de la resurrección del Salvador, el 1 de marzo será el día de las cenizas, inicio de la sagrada cuaresma, el 16 de abril se celebrará la pascua, el 25 de abril la ascensión del Señor, el 4 de junio la fiesta de pentecostés, el 15 de junio (en Italia el 18) la fiesta del Santo Cuerpo de Cristo, el 3 diciembre el inicio del Adviento”, informó el diácono celebrante como es tradición en esta ceremonia.