Se trata de una de las joyas arquitectónicas de Quito, Ecuador, y guarda un atractivo que a lo largo de los años ha convocado a cientos de fieles a cumplir con algunos minutos de quietud y oración en procura de un único anhelo: la fertilidad.
Es que en el interior del Monasterio de Santa Catalina de Siena se encuentra la “banca de la fertilidad o los milagros”, un verdadero ícono de más de 300 años llevado por la santa a Guayaquil en 1717 como parte de la dote.
Quienes sustentan la devoción afirman que sor Catalina de Jesús Herrera descansaba en ese lugar luego de varias horas en vela y oración.
“Acudimos con fe porque la medicina no puede curarnos. No me quejo, siempre que le pido ayuda a la virgen, ella me ayuda”, expresa una de las devotas en diálogo con El Telégrafo de Quito.
Pero también está el caso de quienes no están tan convencidos de la devoción, a pesar de no dejan de probar a ver qué sucede. Tal es el caso de Daniela de 32 años, cuya madre tiene una prima que adjudica haber podido tener hijos gracias a haber podido sentarse en la banca.
“No creo que me vaya a quedar embarazada por sentarme en una banca”. Sin embargo, Daniela se sienta igual.
Otro es el caso de Marcia Altamirano, de 45 años, quien asegura a El Telégrafo que obtuvo lo que tanto pidió al sentarse en la banca. Ella ya tenía dos hijos, hasta que luego de varios años quiso tener otro y no podía. Fue enterarse de esta de esta “silla milagrosa”, ir al lugar y al poco tiempo volver a quedar embarazada.
Quienes se acerquen al lugar, custodiado celosamente por cámaras de vigilancia para que nadie se lleve la banca, deber presentar la cédula de identidad, al tiempo que reciben estampitas para acompañar el momento en oración.
De esta manera, más allá de esta devoción extendida en uno de los monasterios más famosos de Ecuador, el lugar merece ser incluido en cualquier itinerario de viaje debido a sus características deslumbrantes que lo transforman en un lugar simbólico de la ciudad.