separateurCreated with Sketch.

Cómo dejar de criticar y quejarse

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Carlos Padilla Esteban - publicado el 21/07/16
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

¿Me falta esa naturaleza tan delicada que se alegra con la suerte del amigo?Es importante hacer las cosas mirando el propio corazón y no comparándome con los demás. Está claro, no tengo que llevar cuentas del bien que hago. La envidia me hace daño. ¡Cuánto me cuesta reconocer que tengo envidia!

A veces sirvo con rabia, enfadado, sin paz. Así no. Necesito hacerlo con alegría. No quiero adornar mis sentimientos. No quiero enredarme en lo que es justo, en lo que corresponde. Hay envidia en mi alma. Me cuesta mucho alegrarme de la suerte y del bien de mis amigos, de mis hermanos.

Decía Óscar Wilde: “Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima”. Me falta esa naturaleza tan delicada que se alegra con la suerte del amigo.

No siempre tenemos que hacer todos lo mismo. Cada uno tiene su momento. ¡Cuántas veces miro la vida de los otros en función de la mía! No pienso en su belleza, sino que la comparo con lo que yo no tengo.

Muchas veces me quejo de lo que no tengo. Y no me alegra que otros puedan disfrutar de lo mismo que yo deseo. Pienso que me han excluido, que no han contado conmigo. Y no soy capaz de alegrarme con sencillez de sus alegrías.

Decía el padre José Kentenich: “Al proyectar mis debilidades en los otros no las puedo reconocer en mí mismo y me quedo ciego ante mi propia situación. Eso se manifiesta en censuras a los otros, en condenas y en críticas”[1].

Proyecto mis debilidades en los demás y surge la queja, la crítica. Me quedo en la injusticia. Las comparaciones me hacen daño.

Quisiera tener un corazón grande como el de Jesús. Quisiera que Jesús lo ensanchara para no tener nunca envidia. Para no compararme con los demás. Para alegrarme siempre con sus alegrías. Para ser feliz con mi vida y no vivir sintiendo el dolor de mis debilidades, caídas y torpezas.

Si me acepto como soy, si me alegro con mi vida tal y como es, entonces no caeré en las críticas ni en las quejas. No mediré tanto sin las cosas son justas o no. Aprenderé a amar a todos, a amar siempre, sin envidia. Me importará más dar que recibir.

Jesús me ama de una forma única. Él confía en que yo aprenda a amar así. Abriendo mi corazón para que Él descanse, para que los hombres descansen.

[1] Anselm Grün, La mitad de la vida como tarea espiritual, 59

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Tags:
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.