También hoy en la Iglesia, como ayer, hay resistencias a las sorpresas del Espíritu frente a las nuevas situaciones, pero Él nos ayuda a vencerlas y a seguir adelante, seguros, en el camino de Jesús: lo dijo el Papa en Casa Santa Marta.
Comentando el célebre pasaje de los Hechos de los Apóstoles sobre el llamado “Concilio” de Jerusalén, el Papa observa que “el protagonista de la Iglesia” es el Espíritu Santo.
Es “el Espíritu quien lo hace todo, el Espíritu lleva a la Iglesia adelante”, también “con sus problemas”.
También “cuando estalla la persecución” es Él “quien da la fuerza a los creyentes para permanecer en la fe”, también en los momentos “de resistencias y de encarnizamiento de los doctores de la ley”.
Resistencia a la acción del Espíritu
En este caso, hay una doble resistencia a la acción del Espíritu: la de quienes creían que “Jesús había venido sólo para el pueblo elegido” y la de quienes querían imponer la ley mosaica, incluida la circuncisión, a los paganos convertidos.
El Papa observa que entonces “hubo una gran confusión en todo esto”.
La experiencia de los primeros cristianos
Los discípulos “tenían la patata caliente en las manos y no sabían qué hacer”. Así, convocan una reunión en Jerusalén, donde cada uno puede contar su experiencia, de cómo el Espíritu desciende también sobre los paganos.
Novedades mundanas y novedades del Espíritu
Los paganos convertidos no están obligados a la circuncisión. Es una decisión comunicada a través de una carta en la que “el protagonista es el Espíritu Santo”.
De hecho, los discípulos afirman: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido …”.
Esta –afirma el Papa– es la vía de la Iglesia “ante las novedades, no las novedades mundanas, como las modas o los vestidos”, sino “las novedades, las sorpresas del Espíritu, porque el Espíritu siempre nos sorprende.
¿Y cómo resuelve la Iglesia esto? ¿Cómo afronta estos problemas, para resolverlos? Con la reunión, la escucha, la discusión, la oración y la decisión final”.
Sinodalidad
El Espíritu nos acompaña
“El Espíritu –afirma el Papa– a veces nos detiene”, como hizo con san Pablo, para hacernos ir a otra parte.
“No nos deja solos”, “nos da valor, nos da la paciencia, nos hace ir seguros por el camino de Jesús, nos ayuda a vencer las resistencias y a ser fuertes en el martirio”.
“Pidamos al Señor –concluyó– la gracia de entender cómo avanza la Iglesia, de comprender cómo desde el primer momento afrontó las sorpresas del Espíritu".
"Y también, para cada uno de nosotros, la gracia de la docilidad al Espíritu, para ir por el camino que el Señor Jesús quiere para cada uno de nosotros y para toda la Iglesia”.