Necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción
Ante más de 200.000 personas pertenecientes a 80 países, ha sido beatificado en Madrid Álvaro del Portillo, primer prelado del Opus Dei y sucesor del fundador San Josemaría Escrivá. La ceremonia fue presidida por el cardenal Ángelo Amato, prefecto de la congregación para las causas de los santos que vino enviado especial del papa Francisco. Al comenzar el acto se leyó un amplio escrito del Papa quien manifestaba la necesidad de más santos en la Iglesia, que sepan servirla con humildad. Leyó el texto el vicario general del Opus Dei, mons. Fernando Ocáriz. El papa Francisco ha destacado cómo Álvaro del Portillo hizo realidad lo de hacer santo lo cotidiano, lo de cada día, y su beatificación "anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio". La ceremonia se ha desarrollado en el campo de Vadebebas cerca del aeropuerto “Adolfo Suárez”.
Concelebraron la santa misa, además del cardenal Amato, el cardenal Antonio Rouco arzobispo emérito de Madrid, y el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría. Participaron en la ceremonia unos 120 cardenales, arzobispos y obispos, y 1.500 sacerdotes. Venían de todo el mundo, de los cinco continentes. De los 17 cardenales presentes destacan el prefecto para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller y el cardenal prefecto para los asuntos económicos, G. Pell. Entre las autoridades civiles presentes estaban los ministros españoles del Interior, Jorge Fernández Díaz, y de Economía y Competitividad, Luis de Guindos.
Sorprendía la cantidad de peregrinos llegados de Corea, Japón, Honmk-Kong, Filipinas, Dubai y Emiratos Árabes, Líbano, y de toda la América Latina. Desatacaban muchos niños y niñas de muchos países. En realidad muchos de los asistentes eran familias que venían con sus hijos.
Beatificación
Al poco de iniciar la Eucaristía, tuvo lugar la ceremonia de beatificación, que recibió grandes aplausos de los asistentes. La fórmula de beatificación fue pronunciada en latín: "Concedemos que el Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo y Diez de Sollano, obispo, prelado de la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei, pastor según el corazón de Cristo, celoso ministro de la Iglesia, de ahora en adelante sea llamado Beato y se pueda celebrar cada año su festividad el 12 de mayo".
El aire puro lejos de la corrupción de los santos
En su homilía el cardenal Amato ha destacado la fidelidad, la humildad y el amor a la Iglesia del nuevo beato. "La Iglesia y el mundo –dijo– necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la Tierra".
Sorprendentemente, en la oración de los fieles antes de las ofrendas, la joven que rezó en lengua polaca, pidió a los presentes que rezáramos por Lorenzo, un niño que se debatía en estos momentos entre la vida y la muerte. ¿Se habrá salvador Lorenzo? No lo sabemos todavía.
La ceremonia terminó con una locución en la que el prelado del Opus Dei, mons. Javier Echevarría, dio las gracias al papa Francisco –muy aplaudido– por esta beatificación, y también extendió agradecimientos a los papas Benedicto XVI, san Juan Pablo II y san Juan XXIII, y también al papa Pablo VI con quien le unía una gran amistad. Todos los papas al ser citados recibieron los aplausos de los allí congregados. La ceremonia terminó con el rezo de una Salve a la Virgen, a la que tanto quería el Beato Álvaro, siguiendo en eso también fidelísimamente los pasos de San Josemaría.
No ha pasado desapercibido el buen número de fieles inválidos situados en la parte frontal, los recuerdos en los distintos discursos del sufrimiento y persecución de los cristianos en Oriente Medio, en Iraq y Siria especialmente, y en todos los lugares del mundo donde haya sufrimiento por causa de la fe. También se han racaudado limosnas para el proyecto social en África, Harambee, que ha elevado centros en Uganda, Congo y Costa de Marfil.