El sociólogo Massimo Introvigne responde a dos exlocutores de Radio Maria que ponían en discusión la catolicidad de Bergoglio
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“Antes o después deberá despertarse del gran sueño de los mass media y volver a la realidad. Y necesitará, además, aprender la verdadera humildad que consiste en el someterse a Uno más grande, que se manifiesta a través de leyes inmutables incluso para el Vicario de Cristo”, así termina un artículo firmado por Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro, en las páginas del Foglio del 9 de octubre.
Un artículo muy crítico con el Papa Francisco. Los dos son (o mejor, eran) voces históricas de la emisora Radio María, y según el Foglio, voces muy autorizadas del tradicionalismo católico. El artículo es muy duro criticando las declaraciones y los gestos que han caracterizado estos primeros seis meses de pontificado de Bergoglio. La acusación de los dos es, prácticamente, que el Papa no está en línea con el Magisterio de la Iglesia.
Responde a esta preocupación, a este mensaje de alarma, podríamos decir, el sociólogo y director del CESNUR, Massimo Introvigne, en las mismas páginas, dos días después. Introvigne advierte, explicando que: “el malestar no ha de ser confundido con el rechazo al Magisterio ordinario, que lleva al cisma. La tesis podrá parecer fuerte, pero se entiende mirando con perspectiva. Cuando, a partir al menos del 1968, el Venerable Pablo VI intentó prevenir ciertas desviaciones del post-Concilio, los progresistas se negaron a seguirlo, sosteniendo que los pronunciamientos del Papa no eran infalibles y constituían simples indicaciones pastorales, de los que se podía disentir sin dejar de ser, por eso, buenos católicos. Continuaron con el beato Juan Pablo II. El cardenal Ratzinger y el cardenal Scheffczyk respondieron afirmando no que todo el Magisterio es infalible –una solemne tontería, de la que no se conocen partidarios serios- sino que no se puede ser católicos aceptando solo los rarísimos pronunciamientos infalibles de los Papas: para estar en la Iglesia es necesario caminar con los Papas y dejarse guiar por sus Magisterios cotidianos. Fuera de este camino estrecho, esta el camino amplio que lleva al cisma”.
Introvigne invita a estos segmentos que forman parte de la plural riqueza de la Iglesia a darse cuanta de que: “es posible que el Papa Francisco realice más cambios en la Iglesia, que el fiel católico deberá acoger con docilidad y, a la vez, no hacer una lectura de los mismos contra las enseñanzas de los Pontífices anteriores sino teniéndolos en cuenta. En la Encíclica “Caritas in Veritate”, Benedicto XVI aclaró que la hermenéutica de “la reforma en la continuidad” no tiene que ver solo con el Vaticano II sino con toda la vida de la Iglesia”.