La joven madre no estaba en riesgo de muerte ni pidió a los magistrados poder abortar
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Casi dos meses después de la polémica internacional en torno a una mujer de El Salvador enferma de lupus y embarazada de un bebé anencefálico, los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia aseguran que el llamado “caso Beatriz” fue una especie de trampa o engaño: la madre nunca estuvo en peligro de muerte ni pidió a los jueces abortar.
Según explican al evaluar su trabajo de los últimos años, se trató de una demanda “alterada” en la que nunca se pidió expresamente una autorización de aborto, sino derechos a la vida y a la salud, informó El Salvador.com.
Grupos favorables al aborto utilizaron a la joven embarazada para intentar abrir una puerta a la autorización del aborto en El Salvador. Surgieron numerosas voces críticas con los magistrados por no amparar a la joven y permitir un aborto “terapéutico”. ¿Cómo lo vivieron ellos?
Fue una demanda repentina acompañada sólo por varias actas suscritas por varios médicos, recuerda el juez Sidney Blanco. El caso suscitó en la sociedad numerosos interrogantes y estuvo acompañado de una gran presión mediática.
"La primera impresión que causó era que debíamos actuar urgentemente porque se planteaba un drama en donde cada minuto Beatriz se estaba jugando la vida o la muerte", explica.
"No había una petición expresa de autorización de aborto, sino que planteaban el derecho a la vida, a la salud, y que había que actuar inmediatamente –continúa-. Y que para proteger la vida y la salud era indispensable la interrupción del embarazo".
Pero la investigación judicial puso al descubierto una realidad totalmente diferente.
Para Blanco, en el caso fue clave escuchar a los peritos, a los médicos forenses y hasta a la misma joven, quien nunca pidió a los magistrados que se le practicara un aborto.
"Considerábamos que era indispensable conocer dos cosas: escuchar a la propia Beatriz y acudir a verdaderos especialistas para que evaluaran no solo la salud física, sino también mental de Beatriz, para tener mayor seguridad en el fallo que íbamos a emitir", señala Blanco.
El juez de carrera asegura que "en la audiencia, los magistrados querían escuchar a los médicos forenses para que con sus términos técnicos nos dijeran si efectivamente había un riesgo a la vida y a la salud de Beatriz".
Todos coincidieron en que la joven no estaba en riesgo de muerte, como se había dicho e intentaron hacer creer a la Sala de lo Constitucional.
"Cada uno de nosotros se formó una idea después de escuchar a cada uno de los especialistas y después de escuchar a Beatriz, y en el momento de la deliberación todos estábamos convencidos de que el planteamiento inicial de la demanda estaba alterado", afirma el magistrado.
Blanco detalla que con sus colegas tuvieron la percepción de que los intentaron manipular.
"Después de escuchar a los especialistas dijimos: 'esto no es exactamente lo que nos vinieron a plantear en la demanda'. Obviamente, en todos los procesos son las pruebas las que determinan el sentido de las sentencias. Y, en este caso, fueron las pruebas de los especialistas las que tuvieron mucha incidencia en el fallo", explica el funcionario.
La sentencia del tribunal denegó el amparo a abortar, protegiendo así la vida de la madre y la de su hija. El 4 de junio, los médico practicaron una cesárea y el bebé pudo nacer y vivir cinco horas.
El caso suscitó diversidad de votos y opiniones entre los magistrados, pero sí coincidieron, según el magistrado Florentín Meléndez, en que " somos y debemos ser un tribunal defensor de la vida, sin optar por el sacrificio de la vida de uno para garantizar la vida de otro, y ese fue un planteamiento unánime".
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