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Los Padres de la Iglesia, pastores y defensores de la fe

Patricia Navas - publicado el 22/01/13 - actualizado el 22/07/24
Los Padres de la Iglesia fueron grandes cristianos, pastores y defensores de la fe que con sus enseñanza que contribuyeron a edificar la Iglesia primitiva.

Los Padres de la Iglesia fueron grandes pastores y defensores de la fe, cristianos ejemplares de los ocho primeros siglos después de Cristo, distinguidos por sus enseñanzas coherentes con su vida y que contribuyeron a edificar la Iglesia en sus estructuras primordiales.

1Los Padres de la Iglesia: verdaderos pastores

Fue un numeroso y diverso grupo de verdaderos pastores que condujeron fielmente a los cristianos de los primeros siglos con la fuerza de su palabra y de su vida de fe, consecuente en muchas ocasiones hasta una muerte heroica.

Papas como Clemente Romano (que, según el testimonio de San Ireneo, conoció y trató a los apóstoles Pedro y Pablo), teólogos como el Doctor de la Iglesia Juan Damasceno, monjes eremitas como el después arzobispo Basilio Magno, místicos como Agustín de Hipona, mártires como Justino y muchos otros hombres cuya doctrina ortodoxa y vida santa ha sido reconocida por la Iglesia.

Santos que irradiaban a Cristo e impulsaban a seguirlo, y lo siguen haciendo todavía hoy.

“Padres de la Iglesia se llaman con toda razón aquellos santos que, con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas, la engendraron y formaron en el transcurso de los primeros siglos”, escribe san Juan Pablo II en la carta apostólica Patres ecclesiae publicada el año 1980 con ocasión del 16º centenario de la muerte de san Basilio.

2Su importante aportación

Ellos fueron para el desarrollo de la Iglesia lo que fueron los apóstoles para su nacimiento. Dieron forma a las instituciones de la Iglesia, a su doctrina, su liturgia, su oración, su espiritualidad.

Fijaron el “Canon completo de los Libros Sagrados”, compusieron las profesiones básicas de la fe, precisaron el depósito de la fe en confrontaciones con las herejías y la cultura de la época dando origen así a la teología, pusieron las bases de la disciplina canónica y crearon las primeras formas de la liturgia.

Según el papa polaco, “son de verdad "Padres" de la Iglesia, porque la Iglesia, a través del Evangelio, recibió de ellos la vida. Y son también sus constructores, ya que por ellos —sobre el único fundamento puesto por los Apóstoles, es decir, sobre Cristo— fue edificada la Iglesia de Dios en sus estructuras primordiales”.

En los elementos de consenso entre ellos son reconocidos como intérpretes fidelísimos de la doctrina que predicó Jesucristo.

3Cómo se clasifican

Generalmente, se les agrupa, según su procedencia entre Padres latinos y Padres griegos, y según la época en que vivieron, en tres grandes grupos: los que vivieron entre las primeras comunidades cristianas  hasta el siglo año 313, la siguiente generación hasta la mitad del siglo V y los que vivieron posteriormente hasta el siglo VIII.

Los que pertenecen a la primera y segunda generación de la Iglesia, después de los apóstoles, reciben el nombre de Padres apostólicos y muestran cómo empieza el camino de la Iglesia en la historia.

En esta primera fase viven también los Padres apologistas griegos y los maestros de la Escuela de Alejandría. Entre otros, puede citarse a Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Justino Mártir, Ireneo de Lyon, Tertuliano, Cipriano de Cartago, Clemente de Alejandría y Orígenes.

La segunda fase se desarrolla entre el Concilio de Nicea (año 325) y el de Calcedonia (año 451). Es considerada el siglo de oro de los Padres de la Iglesia.

4Defensores de la fe

En el siglo IV, con la llegada de la paz a la Iglesia dentro del impero romano, creció mucho el número de cristianos, pero tomaron fuerza discrepancias internas y herejías.

Ante ellas, muchos Padres de la Iglesia realizaron valiosas defensas de la fe cristiana y aclararon los dogmas trinitarios y cristológicos.

En el segundo grupo se incluyen, entre otros, Agustín de Hipona, Hipolito, Gregorio Taumaturgo, Julio el Africano, Dionisio el Grande, Atanasio, Teodoreto de Siria, Juan Crisóstomo, Gregorio de Nisa y Jerónimo.

Algunas de sus obras se han convertido en textos de referencia no sólo para los cristianos de cualquier época, sino también de la historia de la filosofía y la literatura.

Finalmente, los Padres tardíos del tercer grupo viven el desmoronamiento político de la mitad occidental del imperio romano y la irrupción del islam.

Algunos escritores aplican la doctrina de los grandes Padres anteriores a nuevas realidades como la entrada de los pueblos de origen germánico en lo que hoy es Europa.

En este grupo se encuentran, entre otros, Gregorio Magno, Fulgencio, Máximo de Turín, Boecio, Casiodoro, Vicente de Lerins, Martín de Braga, Ildefonso de Toledo e Isidoro de Sevilla en Occidente, y Pseudo-Dionisio Areopagita, Romano el Cantor, Máximo el Confesor, Severo de Antioquía, Andrés de Creta, Germán de Constantinopla, Mesrop, Santiago de Sarug y Juan Damasceno en Oriente.

Hoy, la Iglesia sigue viviendo con la vida recibida de esos Padres, y sigue edificándose sobre las estructuras formadas por ellos. Hoy sigue siendo indispensable conocer sus vidas y obras.

Ellos fueron y siempre serán los Padres de la Iglesia; poseen algo de especial, de irrepetible y de perennemente válido que continúa viviendo.

Enseñaba en el siglo II Ireneo de Lyon: “para ver claro hoy, hay que interrogar a la Tradición que viene de los apóstoles”.

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