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Nacida en 1194 en una familia noble, Clara decidió rehuir de sus riquezas heredadas y perseguir la vida religiosa.
Era una seguidora ferviente de san Francisco y le había escuchado hablar por primera vez siendo adolescente.
Puesto que era la única mujer que intentaba seguir sus pasos por entonces, inicialmente la ubicaron en un monasterio benedictino.
Su hermana se unió poco después y, después de no mucho, las dos ya se habían trasladado a un nuevo emplazamiento junto a la iglesia de San Damián en Asís, y hasta habían empezado a atraer a otras seguidoras.
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San Francisco mismo fue el director de su grupo durante algún tiempo, pero pronto santa Clara se convirtió en abadesa de una comunidad que sería conocida como las Hermanas Clarisas Pobres.
Clara era una defensora feroz del compromiso de su orden con la pobreza y ahuyentó a más de un obispo —incluso a uno o dos papas— que intentaron imponer o sugerir normas más diluidas.
A medida que envejecía Clara, su salud iba empeorando cada vez más.
Se cuenta que una Nochebuena, Clara se encontraba demasiado enferma como para asistir a misa y le abrumaba el sentirse confinada a una cama.
Sin embargo, el Espíritu Santo vino en su ayuda y proyectó las imágenes y sonidos de la misa sobre la pared de su habitación, para permitir que Clara estuviera “presente” en la misa.
El papa Pío XII, que se había criado en Italia y sin duda conocía esta historia, pensó inmediatamente en santa Clara cuando se inventó la televisión —definida literalmente como “visión a distancia”— a mediados del siglo XX.
Quizás prediciendo proféticamente los días de atracones de Netflix, por no mencionar las enormes tentaciones y puertas precarias que puede abrir esta nueva tecnología, Pío escribió en relación al nuevo invento:
“Este instrumento maravilloso —como todo el mundo sabe y nosotros mismos hemos dicho con claridad— puede ser la fuente de una gran riqueza, pero también de profundos problemas”.
Como resultado, escogió a una santa sumergida en la pobreza, la humildad y el amor por el Señor para que fuera su intercesora divina. Pío XII nombró oficialmente a santa Clara patrona de la televisión en una ceremonia el Día de san Valentín en 1957.
Santa Clara de Asís, ¡ruega por nosotros!
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