4 preguntas que te ayudarán a descubrir si la amistad está beneficiando o dañando¿Qué lugar tiene un amigo o amiga íntimo del sexo opuesto en la esfera conyugal? Muchas parejas se plantean esta cuestión una vez se han comprometido en el matrimonio.
Puede tratarse de un amigo o amiga de la infancia o la juventud o de personas conocidas en la vida profesional o social.
Algunos afirman que esas amistades enriquecen la vida relacional y que la vida sería muy triste si hubiera que reducir las relaciones hombre-mujer a nuestro cónyuge.
Otros están convencidos de que la intimidad inherente a toda amistad debe reservarse al hombre o mujer con quien compartimos la vida conyugal. ¿Cómo discernirlo para ajustarnos fielmente?
Los esposos, amigos íntimos por excelencia
Al revisar la génesis de su pareja, muchos recuerdan esos momentos tan agradables de confidencias compartidas donde cada uno se dejaba descubrir.
Cuando más íntima era la confidencia, más sentíamos instalarse la confianza y el apego recíprocos. Las confidencias nos conducen, a veces a pesar nuestro, por ese camino que no siempre dominamos del sentimiento amoroso.
Sin embargo, la relación conyugal deseada en la fidelidad requiere exclusividad, sobre todo en el nivel de la intimidad física y el de compartir la vida interior.
Si los cónyuges tienen un déficit de relaciones amorosas y confidencias íntimas, sentirán la tentación de desahogarse con un amigo o amiga muy cercano o cercana.
Es importante reservar la intimidad más grande de nuestra vida común a nuestro cónyuge. Si entra ahí un tercero, a través de las confidencias de uno de los cónyuges, rompe esa intimidad.
Conviene hacer que la intimidad conyugal esté muy por encima de la intimidad que podamos tener con otra persona.
Plantearse las preguntas adecuadas sobre las amistades
¿Esto quiere decir que no podemos vivir profundas amistades entre hombre y mujer? Grandes santos, como Francisco y Clara de Asís o Francisco de Sales y Juana de Chantal, fueron grandes amigos. Y sin embargo, no los unía el matrimonio.
Eso sí, a la larga, al menos en lo que respecta al obispo de Ginebra, deseó restablecer unas relaciones menos intensas.
¿Quizás percibiera que los sentimientos que le ligaban a Juana no eran compatibles con la entrega total de sí mismo que había hecho al Señor?
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Y luego, podemos atrevernos a observar los ejemplos, demasiados numerosos, de relaciones entre mujeres casadas y su padre espiritual, relaciones que eran supuestamente de pura amistad espiritual pero que resultaron ser escandalosas.
Así que podemos plantearnos algunas preguntas, sin complacencias, si vivimos una situación de amistad intensa con una persona del sexo opuesto:
1. ¿Qué busco en esta situación particular?
2. ¿Qué encuentro?
3. ¿Puedo hablar de ello a mi cónyuge sin ocultar ciertos aspectos?
4. ¿Estaría mi pareja apenada o celosa?
Al menor atisbo de duda, hay que armarse de valor y tomar de inmediato una distancia razonable con la persona afectada.
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