Preparamos las vacaciones esperando que salgan lo mejor posible. Pero ¿en qué consisten unas buenas vacaciones? ¿Una estancia en un lugar idílico o un tiempo para fortalecer el cuerpo, el corazón y la mente?
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¿Cómo preparar estas semanas de forma que cada uno de nuestros hijos tenga la oportunidad de desarrollarse en todas las dimensiones de su persona? ¡Aquí tenéis unos consejos para sublimar las vacaciones familiares!
Pensar en fortalecer el cuerpo
Las personas tenemos un cuerpo y las vacaciones son, por excelencia, el tiempo en que los niños pueden desarrollarse a través de actividades deportivas. Hay algunos deportes que encantan a los niños y las vacaciones les ofrecen tiempo para practicarlos.
Hay deportes que podemos proponerles después de haber considerado cómo podrían ayudarles a superar sus debilidades. Por ejemplo, si al niño le falta confianza en sí mismo o en los demás, la escalada será una actividad perfecta para él, igual que la navegación: requieren trabajo en equipo, superar el miedo al vacío, a lo desconocido, al mar, hacer gala de sangre fría para afrontar lo inesperado, de tenacidad para lograr el objetivo fijado.
El deporte le permitirá desarrollar su voluntad, el autocontrol, el dominio de sus miedos. ¡Es una auténtica escuela de vida!
Pensando en el cuerpo, tampoco hay que olvidar que necesita reposo para desarrollarse bien, es decir, necesita dormir. Pero cuidado, un buen descanso no significa lentas mañanas de levantarse tarde, sino no acostarse demasiado tarde. ¿El aspecto gruñón y poco afable de los adolescentes no podría deberse también a la falta de sueño?
¡No olvidar la mente y el corazón!
El ser humano es también mental, es decir, tiene capacidad para razonar, para reflexionar. En familia, las vacaciones permiten verdaderas y profundas conversaciones que conviene tener con nuestros hijos y que, con frecuencia, el ritmo escolar y la urgencia de la vida cotidiana nos obligan a postergar. Planifiquemos este tiempo de vacaciones familiares sin sobrecargarlo desde un principio de actividades, sino con el deseo de dedicar tiempo a estar juntos, escuchándonos con atención y con la voluntad de hablar y transmitir.
Cuerpo, mente y corazón. Hacer crecer el corazón de nuestros hijos es quizás la tarea más urgente y la menos fácil. El corazón es el que permite amar y amar es entregarse a los demás.
Dar exige siempre un esfuerzo porque volcarnos con los demás puede no salir de forma natural y espontánea, aunque sea una fuente de dicha.
En familia, decidamos favorecer este intercambio, encontremos la ocasión de amarnos compartiendo actividades, pero también palabras y ayuda. Privilegiemos en este verano el tiempo en familia para que tanto nuestros pequeños como nuestros mayores puedan tener tiempo de amarse. ¡Éxito asegurado para nuestras vacaciones!
Inès de Franclieu