El rosario es la oración de los pobres, ¿será porque somos demasiado ricos que esta oración nos parece difícil?
El carácter repetitivo del rezo del rosario puede ofender nuestra espiritualidad que prefiere la intimidad de la contemplación o la solemnidad de la liturgia a la sucesión de “Avemarías”. En este sentido, el rosario es una oración de purificación… ¡Y así es! Sin embargo, ocurre que esta oración nos aburre. Entonces, ¿cómo se puede hacer en este caso? Hay varios enfoques posibles.
Dividir la meditación de misterios en varias veces durante el día
Rezar el rosario requiere una atención relajada. ¡Ten cuidado, no es una distracción evasiva! ¡Ni siquiera una concentración laboriosa!
La repetición permite que las palabras resuenen. Es como un movimiento que nos lleva lejos. El rosario no es una rutina sino un camino que nos lleva, a través de María, a Cristo.
Las propias palabras que se rezan tienen toda su importancia.
Cuando María escuchó el saludo del ángel: “¡Alégrate!”, todo Israel, toda la humanidad, todo el universo se regocijó con ella. La salvación del mundo comenzó con estas palabras: “¡Alégrate!”.
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Rezar el Rosario, sean cuales sean los misterios, es siempre unirse a esta alegría de María que acoge al Salvador.
San Juan Pablo II nos invitó a meditar con María sobre los misterios de la vida de Cristo. Es una forma de adorar y evitar “la recitación mecánica de fórmulas“, como dijo el papa Pablo VI.
No es un reflejo, sino una simple y pacífica mirada a un aspecto del misterio contemplado. Una imagen puede fijar nuestra atención, una palabra puede permanecer dentro de nosotros mientras recitamos en silencio el saludo angélico.
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La meditación sobre los misterios también puede dividirse en varias veces durante el día.
El rezo del rosario agrada a María
El rezo del rosario es una oración de intercesión. San Pío X dijo: “Dadme un ejército para recitar el rosario y conquistaré el mundo“.
Es tan simple y hermoso interceder por aquellos que se nos confían a través del rezo del rosario… El rosario es la oración de los pobres, y es porque somos demasiado ricos que esta oración nos parece difícil.
El rezo del rosario le agrada a María. En cualquier lugar donde la Virgen se presenta, pide que se rece el Rosario. La razón profunda se nos escapa.
Pero no olvidemos que fue mientras se sumergía siete veces en el río Jordán que Naaman el leproso, escéptico ante la simplicidad de la receta, salió curado… ¡Eso también es el rosario!
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