A veces me pasa. Siento que Jesús me llama desde el sagrario. ¿Te ha ocurrido?
Lo dejo todo y voy a verlo. Suelo encontrarlo solo en aquél oratorio. Para alegrarlo le sonrío desde la entrada y le digo:
―Llegué Jesús.
Y se forma este diálogo espiritual.
―Quería verte Claudio. Mira a tu alrededor. Amo tanto a la humanidad, mis hermanos.
Me quedo con Él un rato y cuando me voy a marchar, antes de levantarme y despedirme, se adelanta y en mi interior escucho su dulce voz:
―Quédate un rato más.
―No te dejaré solo Jesús ― le aseguro. Aquí me quedo contigo.
Al tiempo llegan algunas personas y lo miro le digo: “Bueno, debo marcharme”. Es como si asintiera. Le pido por las personas que han llegado a verlo. Y para irme con Él, y llevarlo en mi alma, hago profundamente emocionado la comunión espiritual:
Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Vuelvo a sonreírle y siento que Jesús sonríe complacido.
Qué alegría poder visitarlo en el sagrario. Sabes, es mi mejor amigo, desde que soy un niño.
Es un misterio que nunca he podido comprender. Dios, encerrado, prisionero en una cárcel de Amor, por amor.
En mi pobre entendimiento me digo: “Sólo puede amar, es su naturaleza”.
Nunca olvido una joven de unos 18 años que encontré un día saliendo del oratorio cuando yo entraba a visitar a Jesús. Pidió hablar conmigo un minuto y, por supuesto, salí a escucharla:
“Vengo al sagrario desde hace poco. Que gran descubrimiento. Es el amor puro, que nos abraza y llena de gracias. Nunca he sido tan feliz como ahora que visito a Jesús en el sagrario. Me quedo con Él y siento que no pasa el tiempo. Nunca es suficiente. Tengo grandes anhelos de pasar ratos a solas con Jesús. Quería que lo supiera don Claudio”.
Me sentí tan feliz.
“Amalo mucho”, le respondí, “Ámalo más. Porque Él lo merece”.
…………..
Puedo pedirles un favor? Cuando vayan a verlo díganle: “Claudio te manda saludos”. Me encanta sorprenderlo, que reciba saludos desde diferentes países. Que sepa cuánto lo amamos, todos, y que cuenta con nosotros.
…….
Conoces los libros de nuestro autor Claudio de Castro? Te los recomendamos. Son un abrazo para el alma.
Haz “CLIC” aquí para que puedas darles una mirada y adquirirlos.