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UNA HISTORIA DE INTRIGAS, PODER y UNA HORCA EN LA BIBLIA

Claudio de Castro - publicado el 24/10/20

Cuando empecé a leer la Biblia, buscaba la voz de Dios, la encontré en cada página, y de pronto me pareció hallar algo más, inesperado, en las historias que relataba. 

Como lector y escritor quede fascinado. Había historias de intrigas, romances, crímenes e incluso detectivescas.

Cada día estoy más asombrado por las historias fascinantes que encuentro en la Biblia.

En ella descubrí una mañana los relatos de quien podría llamarse en nuestros tiempos un detective analítico, tipo Sherlock Holmes, o Hércules Poirot, Auguste Dupin y otros personajes con capacidad analítica, que leí con gran gusto durante mi juventud y de los que guardo estupendos recuerdos. Pero en la Biblia también estaba un hombre con una intuición y una mente superior a los de su tiempo, que supo preparar trampas para sus enemigos.  Estas historias sorprendentes las puedes encontrar en el libro de Daniel. Son las historias de Susana, de Bel y el dragón. Te recomiendo leerlas, son estupendas.

Pero, en otra parte de la Biblia, hay una de intrigas, orgullos, odios y maldades que sobrepasa cualquier novela de misterio, con un final totalmente inesperado.

El personaje de esta sorprendente historia se llama Amán. Es la historia de Mardoqueo y Ester, a quien cuidó como una hija  se convirtió en reina. Es el libro de Ester, en el Antiguo Testamento. Créeme, es un relato lleno de enseñanzas para nuestras vidas y la forma como debemos tratar a los demás, sobre la humildad y la resignación.

Empieza el relato como una historia que puedes leer en cualquier libro, una mañana de verano, bajo la sombra de un árbol. “Esto aconteció en tiempos de Asuero, aquel rey cuyo imperio compuesto de ciento veintisiete provincias se extendía desde el río Indos hasta Etiopía.”

Este hombre Amán, era el segundo del reino y quiso que mataran a Mardoqueo y a todo el pueblo hebreo. Mandó construir una horca en la que colgarían a Mardoqueo. Pero no sabía que Mardoqueo era padre adoptivo de la reina y mucho menos que Ester era judía. Su odio y orgullo lo tenían cegado y no vio lo que estaba por venir.

cuando vio que, efectivamente, Mardoqueo se negaba a arrodillarse ante él, se enojó muchísimo. No le pareció, empero, conveniente vengarse sólo de Mardoqueo, pues como ya sabía que era judío, creyó que era mejor aniquilar junto con él a todos los judíos que había en el imperio de Asuero.”

El relato toma un giro sorprendente gracias a la astucia de Ester.

“Ese día Amán salió muy alegre, pues se sentía feliz; pero al pasar frente al palacio real notó que Mardoqueo no se levantaba, ni siquiera se movía de su asiento al verlo pasar. Esto lo molestó mucho, pero no dijo nada. Vuelto a su casa, mandó llamar a sus amigos y a su esposa Zeres, y delante de ellos se puso a hablar de su deslumbrante riqueza, de sus numerosos hijos, de todo lo que el rey había hecho para encumbrarlo y ponerlo por encima de todos sus ministros y funcionarios. «Y fíjense, prosiguió, que acabo de asistir a un banquete que la reina Ester nos ofreció al rey y a mí, y que para mañana incluso nos convidó a otra cena. ¡Pero todo esto no tiene para mí ningún valor mientras vea a ese judío de Mardoqueo sentado en la puerta del palacio!»

Su esposa y sus amigos lo aconsejaron entonces: «Manda preparar una horca de unos veinticinco metros de alto y mañana temprano le pides al rey que haga colgar de ella a Mardoqueo. Así podrás ir sin problemas al banquete que te tienen ofrecido.» Le pareció buena la idea a Amán y mandó que levantaran una horca.”

No te contaré el final de esta increíble historia bíblica. Debes leerla en la fuente misma que es la Biblia. Toma tu Biblia y ábrela en el capítulo de Ester.

Te garantizo que quedarás enganchado en la historia y que muchas enseñanzas sacarás de ella.

¡Dios te bendiga!

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