Conoces el Movimiento de los Focolares? A mí me cambiaron la vida.
Creo que una vez lo conté, trabajaba en una empresa y había una chica allí llamada Lineth, que hacía los diseños gráficos. Una tarde bajé para conversar con ella sobre unos trabajos urgentes que esperaba un cliente. Al terminar le comenté:
—La noto siempre alegre, dispuesta a dar más de lo que se le pide, procurando ayudar a todos. ¿Por qué? ¿Cuál es su secreto?
Ella sonriendo me respondió:
—Es que pertenezco a un movimiento de la Iglesia Católica donde encuentro lo que necesito para ser feliz, el Focolar.
—Y, ¿eso qué es?
La verdad me enganchó y quise saber más.
Por meses continuamos esta charla. Bajaba a ratos cada tarde para que me contara más. Y nunca me saciaba de sus historias. Eran, en cierto modo, grandes aventuras, como las que leí en mi juventud.
Así conocí a Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares, “una comunidad de personas donadas a Dios”, que vivirían el ideal del Evangelio en su radicalidad, transformando el mundo y las vidas de muchos.
Un día Lineth decidió renunciar para ir a vivir su ideal con el Focolar y donarse a Dios. No quería que terminan estas historias asombrosas que día a día me iba relatando y le hice una petición:
—Recomiéndeme otro diseñador gráfico, pero que sea también del Focolar.
Sabía tres cosas al momento de hacer esta petición:
- Si era del Focolar daría lo mejor de sí en cada trabajo, por amor a Jesús y a sus hermanos.
- Tendría laborando una persona honesta.
- Podría continuar escuchando las historias de Chiara Lubich que tanto me impresionaban.
Y así ocurrió. Tuve otro Focolarino en la empresa.
Un día me anotó la dirección postal de Chiara y me dijo:
—Escríbale a Chiara, cuéntele de usted y sus libros don Claudio, ella suele responder.
Seguí el consejo y al poco tiempo tenía en mis manos una nota de Chiara motivándome a escribir y seguir publicando mis libros, viviendo el Evangelio. No me lo creía. Continuó el intercambio de notas hasta que me enteré de su partida a la casa del padre el 14 de marzo del 2008.
Vivo agradecido a Dios por darle al mundo personas maravillosas como Chiara Lubich, que han sabido responder a su llamado entregando sus vidas con generosidad por los demás.