Suelo sentarme a reflexionar en el amor insondable de Dios. Es una aventura escribir sobre un Padre que es el Amor, eterno, omnipresente, inescrutable, todopoderoso. Siempre descubro un nuevo atributo a su divinidad y nunca dejo de sorprenderme. Es maravilloso saber que somos sus hijos.
En días como hoy, que enfrento una dificultad, esta certeza me da ánimos para continuar y no rendirme.
A veces nos cuesta descubrir a Dios, y no es por Él. El problema está en nosotros. Caminamos orgullosos con una venda en los ojos. Dios es como el Padre del hijo pródigo que corrió a su encuentro y lo abrazó, lo llenó de joyas, le puso las mejores vestimentas e hizo una fiesta de bienvenida al hijo que regresaba a su casa.
¿Cómo descubrir a Dios? Me gusta descubrirlo a través de la belleza y la música. Te das cuenta que estas gracias provienen del amor. Mientras escribo escucho una sinfonía de Beethoven. No imaginas cuánto lo disfruto. La vida se compone de esos pequeños momentos que te dan felicidad.
La forma como más rápido descubro su presencia, es por medio de la naturaleza. Ves la perfección de cada árbol, insectos, animales, aves… Nada está al azar. Y es hermoso. Me gusta mucho sentarme en la banca de un parque con mi esposa Vida. Allí medito estas cosas y pienso en Dios. Viendo la naturaleza, todo te habla de Dios.
“Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Sexto”. (Génesis 1, 31)
Debes hacer silencio. Deja a un lado el teléfono móvil, olvida esos malos momentos que atraviesas. Guarda silencio y escucha. Dios te quiere hablar.
Hay tantas formas como Dios te habla. Suelo trabajar con una Biblia sobre mi escritorio, al lado tengo una copia de la cruz de san Damián, ya sabes que mi espíritu es franciscano. Por algún motivo pensé en la Biblia y la abrí. Mis ojos se posaron en esta frase: “No temas, pues, ya que yo estoy contigo”. (Isaías 43, 5) Me encantó esa revelación de amor.
Puedes descubrir a Dios de la mejor manera en las Escrituras. Dicen los entendidos que cuando rezas le hablas a Dios y cuando lees la Biblia Dios te habla.
¡Ánimo! No vamos solos por la vida. Dios siempre nos acompaña.
Gracias buen Dios, por amarnos tanto, a pesar de lo que somos y hacemos.
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