- Viernes Santo, día para redescubrir el verdadero sentido de la cruz en nuestras vidas.
Si hay un símbolo por excelencia para los cristianos, ese es la cruz. Está presente en el mobiliario, en los accesorios que escogemos a diario para arreglarnos y también en el lenguaje. Pero ¿entendemos bien el significado profundo de lo que celebramos hoy?
Creo que urge una catequesis seria sobre lo que la cruz aporta a nuestras vidas, que despeje malentendidos.
Un concepto equivocado de lo que significa “cargar con la cruz” o “aceptar el dolor” lleva a muchas familias a situaciones de sufrimiento evitable y a una pasividad estéril que nada tiene que ver con lo que Jesús nos propone.
El sufrimiento es parte de la vida y lo que marca la diferencia es la actitud que tomamos ante el dolor o la enfermedad, por poner solo dos ejemplos. Pero hay sufrimientos que son fruto de la acción humana. Por lo tanto, evitables. A éstos hay que plantarles cara con toda paz, con mucho amor, pero con firmeza.
En demasiadas ocasiones en la sociedad y en el seno de la familia se normalizan situaciones que nada tienen que ver con el respeto o el amor. Cruzar determinadas líneas rojas se convierte en la norma, y las amenazas y la violencia (no solo física, la verbal es igual de perversa), en el pan nuestro de cada día. Debe quedar claro que lo que se desprende de la imagen de Jesús crucificado nunca es la aceptación pasiva (resignación menos aún). Sino una invitación a luchar contra toda situación de injusticia o de desamor; así como una aceptación serena de aquello que no depende de nosotros.
Lo difícil, lo verdaderamente complicado a mi parecer no es tanto determinar cuál es el estilo de Jesús para librar esta batalla, sino tener criterio para distinguir lo evitable de lo que no lo es y valentía para no darnos nunca por vencidos. Porque cada vez que nos rendimos traicionamos el proyecto de amor que Dios tiene para cada uno de nosotros. @amparolatre