Concluyó la Cuaresma y el Triduo Pascual ha dado paso a la noche más solemne del año litúrgico: la Vigilia Pascual, en la que celebraremos la Resurrección del Señor Jesús. Todo el año nos hemos preparado para este momento, por eso no podía ser una Misa normal.
La mayor de todas las solemnidades
El desarrollo de la celebración lo encontramos en el Misal Romano que lo explica detalladamente:
La Vigilia de esta noche, que es la mayor y más noble de todas las solemnidades, ha de ser una sola en cada iglesia. Se desarrolla de la siguiente manera: después del lucernario y el pregón pascual (que es la primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en la palabra y en las promesas del Señor, contempla las maravillas que el Señor Dios realizó desde el principio en favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la Palabra), hasta que, al acercarse el día y acompañada ya de sus nuevos hijos renacidos en el Bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo como memorial de su muerte y resurrección hasta que vuelva (cuarta parte).
Nos encontramos, pues, con un aspecto distinto a la de otras solemnidades, y tiene que ver precisamente con la liturgia de la palabra.

Nueve lecturas que nos hablan de la salvación
De nuevo expone el Misal Romano:
En esta vigilia, «Madre de todas las vigilias», se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (Epístola y Evangelio), que se han de leer todas donde sea posible, para salvaguardar la índole de la Vigilia, que requiere larga duración (MS 20).
Las lecturas se hacen en penumbras, solamente ilumina el templo la luz del Cirio Pascual que preside la ceremonia y las velas de los fieles.

El orden de las lecturas nos relata la Historia de la Salvación:
- La creación del hombre (Gén 1, 1-2, 2 ó 1, 1. 26-31ª).
- La obediencia de Abrahán, nuestro padre en la fe, para sacrificar a su hijo Isaac (Gén 22, 1-18; ó 1-2. 9a. 10-13. 15-18).
- El paso del pueblo elegido por el Mar Rojo con Moisés a la cabeza (: Ex 14, 15-15, 1).
- La nueva Jerusalén en el libro del profeta Isaías (Is 54, 5-14).
- La salvación que se ofrece gratuitamente a todos del libro del profeta Isaías (Is 55, 1-11 y el cántico (Is 12).
- La fuente de la sabiduría del libro del profeta Baruc (3, 9-15. 31-4, 4).
- El corazón nuevo y el espíritu nuevo del libro del profeta Ezequiel (36, 16-28).
Se entonan nuevamente el Gloria y el Aleluya
En seguida se encienden las luces y los cirios del altar, el sacerdote canta "Gloria a Dios" mientras resuenan todas las campanas. Es un emocionante momento en el que, según la costumbre de cada lugar, se exalta la imagen de Cristo Resucitado.
Luego se hace la lectura de la Epístola de san Pablo (romanos 6, 3-11); y al terminar se canta el Aleluya. Entonces el sacerdote o el diácono lee el santo Evangelio (Lucas 24, 1-12).
Dispongamos nuestra mente y corazón para vivir la Vigilia Pascual, maravillados ante la grandeza de nuestro Señor y la magnitud de su amor por la humanidad, el cual nunca podremos agradecer lo suficiente en esta vida.

