Campaña de Cuaresma 2025
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En una de las entrevistas de este espléndido documental, dice un soldado: “Lo más cercano a crear una vida es salvarla”. Ése fue el motivo principal para montar el operativo de búsqueda y rescate llamado "Operación Esperanza". El segundo motivo es que se trataba de niños: cuatro menores que habían desaparecido tras un accidente de avioneta en el que murieron el piloto, un líder indígena y la madre de los muchachos. Todo esto forma parte del caso verídico que nos relatan en Los niños perdidos, ocurrido en 2023: en la avioneta estrellada en medio de la selva amazónica colombiana los equipos de salvamento se toparon con tres cadáveres y ningún niño, lo que les brindaba una posibilidad: quizá se habían salvado y estaban tratando de sobrevivir entre la espesura, aunque uno de ellos apenas tenía un año de edad.
El material que rodaron durante la búsqueda, además de numerosas entrevistas a familiares y maestras, y a varios de los participantes en las labores de rescate, sumado a algunas recreaciones y archivos de noticiarios, conforma el relato que armaron tres directores, Jorge Durán, Lali Houghton y Orlando von Einsiedel (éste último, ganador de un Oscar al Mejor Cortometraje Documental en 2017). Con esos ingredientes van tejiendo una urdimbre en la que, por un lado, asistimos a planos bellísimos de la naturaleza, con sus criaturas y sus sombras nocturnas; y, por el otro, a las declaraciones de esos implicados, que van soltando frases y sentencias muy juiciosas.

Soldados e indígenas: lo católico y lo sobrenatural
Una de las particularidades de la operación es que hizo que dos facciones enfrentadas asumieran la necesidad de colaborar: los soldados, al servicio del gobierno y de religión católica y asistencia a misa, como afirman en varias ocasiones; y los indígenas, de creencias espirituales, con tendencia a ver la naturaleza como un ente vivo en el que hay un duende que esconde a los niños y no permite que el chamán se acerque a ellos sin recibir un pago a cambio. Mientras los primeros caminan por la selva en formación y en hilera, los segundos se mueven como los niños, de manera lúdica y aleatoria. De esa combinación surgiría el éxito del equipo. Y les empujó a hacer amistad, a curarse las heridas y a dejar a un lado las disensiones por las guerrillas.

Todos coinciden en que la selva es algo inhóspito y lleno de fenómenos inexplicables, cuyo poder intimida: “Cuando entré al territorio me asusté del poder que tiene la naturaleza”, reconoce un rescatista voluntario. Uno de los altos mandos indica que los comandos que operaban en la zona eran todos católicos (y de hecho los veremos en la iglesia en alguna grabación), y que él era “muy creyente en Dios” pero sabía que en la vida existen algunas cosas sobrenaturales. Esa aceptación también va en otro sentido, pues uno de los voluntarios luce un crucifijo enorme en algunas entrevistas. Otro de ellos afirma: “Todo territorio tiene sus guardianes, tiene seres que lo cuidan”. Para afrontar ese poder, practican sus propios ritos con tabaco, hojas de coca y ayahuasca, pues según uno de ellos “La selva estaba enojada”.
Durante el documental no faltan las alusiones al conflicto armado de Colombia, las guerrillas internas que confirman esa desconfianza inicial entre soldados e indígenas. Especialmente significativo es el caso de uno de los rescatistas voluntarios: un joven indígena que fue reclutado a la fuerza por grupos armados a los 12 años. Por fin pudo regresar a su comunidad a los 17: “El abrazo de mi madre y la sonrisa de mis hermanos lo eran todo para mí. Y a partir de ahí empezó mi cambio”.
Incluso aunque sepamos cómo acabará el documental (fue un caso popular), también es conmovedor y muy imaginativo el relato de la odisea de los menores, Lesly, Soleiny, Tien y Cristin, con edades comprendidas entre los 13 años y los 11 meses: mediante una voz en off y dibujos infantiles. Lo que no dicen en ningún momento es que la niña mayor, Soleiny, se comportó durante todo el tiempo como si fuera una madre para sus hermanos. Asumió un papel de adulta para mantenerlos con vida.
Los indígenas atribuyen el éxito de la misión a las visiones proporcionadas por la ingesta de la ayahuasca por parte del chamán. Pero, para uno de los militares, se trata de un milagro. Y otra persona sentencia: “Dios nunca falla cuando uno lo pide de verdad”.


