En la parroquia de san Juan XXIII de Douaisis, el abate Sébastien Fabre no pasa desapercibido. Destacan sus numerosos anillos en los dedos y su franqueza, así como sus celebraciones, tan rock'n'roll como él. En sus Misas, la gente canta canciones rítmicas, ríe y a veces incluso habla ch'ti. Es una lengua muy familiar para el Padre Sébastien, que creció en una ciudad minera del norte de Francia. Nacido en una familia no practicante y con un abuelo musulmán, fue bautizado e hizo la Primera Comunión a instancias de su abuela.
Pero su abuela nunca imaginó que, en parte gracias a ella, su nieto llegaría un día a ser sacerdote. "Cuando era pequeño, me aburría en Misa. Entonces me dije que tenía que ser monaguillo. Y cuando veía al sacerdote celebrar la Misa, quería ser sacerdote", cuenta el padre Sébastien Fabre a Aleteia.
Sin embargo, su entrada en el seminario en 2001 no fue muy bien recibida por su familia. "Soy hijo único", explica. "Recuerdo que mi padre me decía: 'Has elegido un trabajo fácil, solo trabajarás los domingos'". Sin embargo, lo que más deseaba era servir a los demás.
![Sacerdote en Ecuador transforma la vida de la comunidad](https://wp.es.aleteia.org/wp-content/uploads/sites/7/2025/02/ACN-20250123-179713.jpeg?resize=300,150&q=75)
Una segunda oportunidad para los jóvenes
Sacerdote sobre el terreno, o PTT como él mismo se llama, el padre Sébastien responde cada día a la llamada del Papa Francisco en 2013: "La Iglesia está llamada a ir más allá de sí misma y a llegar a los que están en la periferia, no solo geográficamente, sino también en términos de la vida misma".
Siempre en contacto con la gente, se codea con el pueblo de Dios en toda su diversidad: creyentes o no creyentes, judíos o musulmanes, ricos o pobres, jóvenes o ancianos… "A los sacerdotes nos corresponde salir al encuentro de la gente. Hay que hacer todo lo posible para que vuelvan a la Iglesia".
El Padre Sébastien recibe muchas peticiones de bodas y bautizos, y es muy apreciado por sus feligreses, que se preocupan por él tanto como él por ellos. "Trabaja mucho", dice Marie-Françoise, de 80 años. Lleva 23 años en la parroquia y conoció al padre Sébastien cuando aún era seminarista. A Marie-Françoise le gusta esta cualidad de su enérgico párroco.
![jeunes association Deuxième Vie](https://wp.es.aleteia.org/wp-content/uploads/sites/7/2025/02/jeunes-association-deuxieme-vie.jpg?resize=620,413&q=75)
Si el padre Sébastien es apreciado por sus vecinos y sus fieles, también lo es por los jóvenes. De hecho, para ellos creó, en noviembre de 2012, una asociación llamada Deuxième Vie.
"Quiero dar una segunda oportunidad a los jóvenes de 18 a 30 años que están desconectados del empleo, la escuela o la sociedad. La asociación les apoya independientemente de su religión. Todo el mundo es bienvenido, ¡no miro currículos!", dice el padre Sébastien, convencido de que siempre hay que creer en las personas.
La asociación, que acoge entre 20 y 40 jóvenes, les ofrece trabajos ocasionales, desde lavar coches a vender diversos productos después de Misa. El dinero ganado se utiliza para financiar los permisos de conducir. Aunque el sacerdote dice que le mueve el deseo de proclamar la Buena Nueva, no fuerza a nadie.
"Los jóvenes me hablan de Dios espontáneamente. A veces también vienen a Misa, y aunque no asistan necesariamente con regularidad, me digo que al menos pueden haber aprendido algo", dice el padre Sébastien.
Cerca de la gente, detrás de una furgoneta de patatas fritas
Para estar aún más cerca de la gente, ha comprado incluso una furgoneta de patatas fritas que trabaja en beneficio de su asociación, dando trabajo a los jóvenes. El Padre Sébastien nunca duda en poner la mano en las patatas fritas, siempre con el alzacuellos romano que nunca se aparta de su lado.
"La gente a veces piensa que voy disfrazado, y luego poco a poco empezamos a hablar de la fe, de la Iglesia y de Dios", explica. Así fue como Rubén, de 20 años, lo conoció en una fiesta de cumpleaños.
"El padre Sébastien había preparado la comida, así que le vi y quise ayudar. Es alguien a quien hay que conocer al menos una vez en la vida. Es muy amable y atento", dice el joven, que trabajó para la asociación durante dos años. No solo consiguió el código y el carné de conducir, sino que también hizo muchos amigos.
Se está haciendo todo lo posible para que vuelvan a la Iglesia
Teddy vino a la asociación para hacer dos semanas de servicio comunitario. Dos semanas se convirtieron en dos años y medio, pero por voluntad propia. "Después de hacer mi servicio comunitario, no tenía mucho que hacer en casa. Me ofrecieron seguir ayudando, así que me quedé", confiesa. Poco hablador, el tono de su voz cambia cuando habla del padre Sébastien: "¡Es un gran tipo! Me ha ayudado mucho. Gracias a él, he recuperado la confianza en la gente". Hoy, el joven trabaja en la construcción.
Muy apreciado en su diócesis, el padre Sébastien está siempre en movimiento y lleno de ideas para ayudar a los demás. La última de ellas es la creación de un albergue en Roost-Warendin para ofrecer alojamiento diurno y nocturno a los más desfavorecidos. "La casa se compró el pasado septiembre. Ya han empezado las primeras obras, y será el gran proyecto de 2025", dice orgulloso el sacerdote, convencido de que nada es imposible para Dios.
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