Al inicio de la celebración, el Papa repitió, como cada año, que es “importante que los niños se sientan bien. Si tienen hambre, amamantarlos, para que no lloren. Si tienen mucho calor, cámbialos… Pero que se sientan cómodos”, insistió.
“Debemos servirles con la Santa Cena, con oraciones”, explicó Francisco. “Hoy cada uno de vosotros, padres y la propia Iglesia, estáis dando el regalo más grande y hermoso: el don de la fe a los niños”, insistió.
El Papa no pronunció una homilía y se contentó con pedir al Señor que los niños “crezcan en la fe, en la verdadera humanidad, en la alegría de la familia”.
Esta liturgia, vivida en un ambiente familiar e íntimo a pesar del suntuoso marco de la Capilla Sixtina, fue concelebrada en particular por el prefecto del dicasterio para el Servicio de la Caridad, el cardenal Konrad Krajewski, y el presidente de la gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. , Cardenal Fernando Vérgez Alzaga.
La tradición del bautismo de los hijos de los empleados del Vaticano por parte del Papa fue establecida por San Juan Pablo II en 1981, y la celebración se lleva a cabo en la Capilla Sixtina desde 1983.