Clare Crockett nació el 14 de noviembre de 1982 en Derry (Irlanda del Norte), en el seno de una familia católica. Desde muy pequeña destacó por su talento artístico y su infatigable energía. Soñaba con una carrera como actriz, lo que no sorprendió a sus allegados. Clare no solo cantaba y tocaba la guitarra maravillosamente, sino que también imitaba a los demás con facilidad. Era capaz de hacer reír con su talento. El escenario era su elemento y el arte su mayor pasión.
Ya de adolescente, Clare perseguía sus sueños. A los 15 años presentaba un programa de televisión juvenil y más tarde el canal estadounidense Nickelodeon se interesó en ella. Su carrera no tardó en acelerarse: Clare apareció en varias películas, y su belleza, talento y carisma le anunciaron el éxito en el mundo del espectáculo. Sin embargo, detrás de estos éxitos de realización había algo más: una experiencia de vacío que Clare aún no sabía cómo nombrar en aquel momento.
La rebeldía de la juventud y una vida de "vivir la vida al máximo"
Durante su adolescencia, Clare se alejó cada vez más de los principios que había aprendido en casa. Aunque creció en una familia católica, dejó de practicar su fe. Evitaba ir a la iglesia y su vida social estaba llena de fiestas y estimulantes. Llevaba una vida intensa, centrada en el aquí y el ahora. Estaba segura de que su felicidad dependía del éxito profesional y de los placeres momentáneos.
Aunque desde fuera pudiera parecer que había conseguido todo lo que quería, internamente sentía que le faltaba algo. En aquel momento, ni siquiera se le pasó por la cabeza que pudiera ligar su vida a Dios.
El viaje que cambió la vida de Clare Crockett
En 2000, cuando Clare tenía 17 años, una amiga le propuso viajar juntas a España. Antes del viaje, ella imaginaba que pasaría el tiempo divirtiéndose, entreteniéndose y yendo a la playa. Sin embargo, cuando llegaron, se encontraron con que en lugar de un hotel de lujo, lo que les esperaba era un convento y un retiro de una semana.
Clare estaba sorprendida y decepcionada. Era reacia a asistir, pero no podía dejarlo. El retiro se celebró durante el Triduo Pascual y, por obligación, asistió al oficio del Viernes Santo.
Fue entonces, arrodillada ante la cruz, cuando experimentó una profunda conmoción. En un instante se dio cuenta de que Cristo también había dado su vida por ella. Se sintió sobrecogida al darse cuenta de cuánto había herido a Dios con su vida hasta entonces. En ese momento sintió que la única manera de reparar el daño era ofrecer su vida a Dios.
¿Una vuelta a la normalidad o un nuevo camino?
A su regreso a Irlanda, Clare intentó retomar su antiguo estilo de vida. Fiestas, alcohol, trabajo en televisión… todo había vuelto a la normalidad, pero la inquietud interior ya no la abandonaba. Cristo reprendió a Clare dos veces de formas que ella no pudo ignorar.
La primera vez ocurrió en un evento, cuando sintió la penetrante mirada de Jesús sobre ella y escuchó la pregunta: "¿Cuánto tiempo más vas a hacerme daño?" La segunda vez, mientras se preparaba para el rodaje de una película, rompió a llorar. Se dio cuenta de que, a pesar de sus éxitos y su aparente felicidad, su vida estaba vacía.
En agosto de 2001, Clare tomó una decisión que cambió su destino. Ingresó en la orden española de las Hermanas Servitas del Fuego de la Madre.
La Orden y nuevos retos
La vida religiosa no fue fácil. Tuvo que enfrentarse a sus propias debilidades y viejos hábitos. Sin embargo, gracias a la confianza en Dios y a la obra del Espíritu Santo, descubrió poco a poco la alegría de seguir su vocación.
Clare era natural, alegre y llena de vida. Comunicaba su fe a los demás con sencillez y sinceridad, ganándose el afecto de jóvenes y adultos. Siempre decía que su fuerza venía de Dios: "Él me ha llamado y sabe lo que hace. Mi trabajo es confiar en Él".
Tras años de ministerio, Clare fue enviada en misión a Ecuador. Allí se dedicó a trabajar con los jóvenes y a ayudar a los necesitados. Durante las inundaciones que asolaron el país, ayudó a la gente a limpiar las consecuencias del desastre.
Poco después, Ecuador sufrió un terremoto. El 16 de abril de 2016, Clara y cinco postulantes murieron bajo los escombros de una casa que se derrumbó durante el terremoto. Tenía 33 años. Su sacrificada vida y su trágica muerte se convirtieron en un testimonio de fe que llegó al corazón de muchas personas.
"Yo no tendría miedo"
El día del terremoto, 16 de abril de 2016, empezó como cualquier otro. Durante el almuerzo, la conversación derivó inesperadamente hacia el tema de la muerte. La superiora, sor Estela Morales, preguntó espontáneamente si alguna de las hermanas tendría miedo de morir ese día. Clara respondió inmediatamente: "Yo no tendría miedo. La muerte es un encuentro con Cristo, con quien siempre he deseado estar".
Unas horas más tarde, a las 18.58, la tierra tembló con una magnitud de 7,8 en la escala de Richter. Clara murió salvando a los niños con los que tocab su guitarra y cantaba el himno Prefiero el paraíso. La melodía de esta canción fue compuesta por la propia Clare y la letra fue escrita por su superiora, la Hna. Estela.
Parecía intuir que su vida en la tierra no duraría mucho. Su copatrona, la hermana italiana Elena Braghin, recuerda cómo Clare expresó abiertamente su convicción de que moriría joven. Cuando la Hna. Elena intentó que dejara de pensar así, Clare le contestó que la edad al morir no importaba: lo único que importaba era morir entregando completamente su vida a Cristo.
También fue simbólica su despedida de sus hermanas de Florida en la Navidad de 2015, cuando le dijo a una de ellas: "Nos vemos en el cielo" ("Hasta el cielo"). Como intuyendo que sus caminos terrenales no volverían a cruzarse.
El legado de Clare Crockett
Tras la muerte de Clare, su historia comenzó a inspirar a personas de todo el mundo. Su vida demuestra que la verdadera felicidad solo se puede encontrar confiando plenamente en el plan de Dios. Muchas personas, orando por su intercesión, experimentaron conversiones espirituales y curaciones.
En 2021, la orden a la que pertenecía Clara comenzó a trabajar para abrir un proceso de beatificación. Sus notas, cartas y catequesis se convirtieron en fuente de inspiración. "Y puedes convertirte en santa", escribió Clare, recordándonos que la santidad consiste en opciones diarias de amor, obediencia y confianza en Dios.
Clare Crockett es un personaje cuya vida demuestra el poder de la obra de Dios. De actriz y celebridad a humilde monja, su trayectoria es un ejemplo de que cualquiera puede encontrar su verdadera vocación si abre su corazón a Dios. Su vida y su muerte son un testimonio que también nos habla a nosotros, inspirándonos a buscar el sentido de la existencia y a seguir lo que realmente importa.