Se alistan para representar un pesebre viviente en Camboya. Uno muy particular desde una tierra herida por la guerra, donde abundan las huellas del dolor en hombres y mujeres mutilados que sueñan con paz verdadera. Sin embargo, no hay tristeza. Lo que se respira es esperanza, según comenta un obispo que los conoce muy bien…
Monseñor Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, acumula toda una vida con ellos. Lleva más de 35 años de evangelización en aquellas tierras tras apuntarse como voluntario en el Servicio Jesuita Migrante rumbo a las fronteras de Tailandia y Camboya.
Desde allá, sacó tiempo para conversar unos minutos con Aleteia. Habló sobre la valentía y resiliencia de almas limpias que no se rinden y que consiguen ver y transmitir el amor de Dios en medio de las dificultades.
No tienen tiempo para las quejas. Están ocupados en mejorar la calidad de vida de otros. Por ello, cada día acuden a un taller donde sus manos fabrican sillas de ruedas con materiales reciclados que sirven de ayuda a las personas con movilidad limitada.
Uno de los más recientes favorecidos por estas sillas -cada vez más famosas- fue nada menos que el Papa Francisco. “Don Kike”, como se le conoce afectuosamente al prelado español, aprovechó su participación en el Sínodo para entregarle el particular obsequio.
Transforman positivamente las vidas de las personas
Hubo revuelo, profunda alegría y muchas fotos, porque aquel simbólico gesto ayudó a visibilizar las dificultades y fuerza de quienes han sufrido con las minas anti persona y las bombas de racimo, tan cuestionadas históricamente por la Iglesia.
“El taller de las sillas de ruedas ha sido fabuloso, su orgullo, su alegría. Y que el Papa me haya dicho que reza por las familias de ellos y por ellos para que tengan felicidad y una vida sana y prosperidad les llenó de alegría”, expresó a Aleteia Mons. Enrique Figaredo.
“También es lindo saber que el Papa se va a acordar de ellos por esta silla de ruedas ‘Mekong’. El orgullo de todos es increíble. No sólo transforman las vidas de las personas con discapacidad en Camboya, sino que también transformará la vida del Papa haciéndole más móvil y con más fuerza para ayudar a que este mundo sea un lugar más de Dios”.
El clamor de don Kike al Niño Jesús por el mundo
Consultado con respecto a qué le pide al Niño Jesús en esta Navidad, el jesuita comentó: “Le pido para nuestros hijos en Camboya que sigamos en paz y que haya justicia para los pobres. Que haya paz y tranquilidad en el país. Que esto provoque una estabilidad en la vida de la gente sencilla”.
“Le pido al Niño Dios que los pobres tengan esperanza, que tengan trabajo, que los niños puedan escolarizarse y que esto vaya hacia delante. También le pido para el mundo que haya paz de verdad; la paz que viene de la justicia de Dios”.
De igual forma, don Enrique aprovechó para enviar un mensaje contundente: “Más que nunca, en Navidad, vemos que el Señor se hace uno de nosotros para enseñarnos el camino, desde la pobreza, desde la sencillez, porque es desde donde surgen todas las maravillas del mundo: desde la humildad de la gente sencilla”.
Monseñor Figaredo también compartió con Aleteia detalles de los ensayos que por estos días realizan los niños y jóvenes camboyanos para representar la Natividad, un pesebre viviente, en el marco de una humilde obra de teatro.
“Tenemos a los niños discapacitados de casa ensayando la Natividad, o sea el portal de Belén, ¡y es una joya! ¡Es una preciosidad ver a todos estos niños, unos en sillas de ruedas, otros caminando con las muletas, manifestando cómo Dios se ha querido encarnar entre nosotros! ¡Ellos mismos son la encarnación de Dios!”, dijo.
“Es lo más bonito que nos puede pasar aquí en Navidad: ver a estos niños intentando mostrar a todos cómo Dios nos quiere y cómo se encarna entre nosotros”
Un mensaje de amor y esperanza
Fundada por monseñor Enrique, desde 1991 funciona, en Phnom Penh, una "Casa de la Paloma" en la que se brinda formación para sobrevivientes de la guerra. En especial, se benefician niños mutilados por explosiones. El programa forma parte de un esfuerzo que incluye talleres en los que se construyen sillas con base en el exitoso modelo Mekong.
Además del Papa Francisco, quien recibió el regalo durante el sínodo este año, en 2005 el prelado obsequió al Papa Benedicto XVI una talla elaborada en madera en la que estaba representado el lavatorio de los pies.
La pieza tenía de particular el hecho de que fue elaborada por una persona con discapacidad en Camboya. Como ahora, sirvió para visibilizar la situación que viven; pero también para reiterar al mundo que desde el amor a Dios es posible contagiar esperanza.