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Aborto: ¿cómo ha avanzado tanto en LATAM y qué nos toca hacer?

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Majo Frias - publicado el 08/11/24
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Lupe Batallán habla con Aleteia sobre el avance legal y la aceptación del aborto en América Latina y aporta herramientas para continuar defendiendo la vida

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A pesar de que la mayoría de países latinoamericanos tienen una protección constitucional a la vida desde la concepción - ya sea de manera explícita o sutil-, la legalización del aborto ha tenido un avance importante en América Latina desde 2018 a la fecha. 

Lupe Batallan, escritora y activista, explica que, a partir de esa fecha, se han presentado cambios en las leyes de prácticamente todos los países, a excepción de los países de Centroamérica.  En la mayoría de los países, se ha hecho vía poder judicial a pesar de que eso signifique que la Corte se extralimite en sus facultades. 

“Es una herramienta que se utiliza en muchísimos países y viene siendo, en principio, contradictoria, porque estás hablando de un reclamo democrático, que se mueve en las calles, y justamente el poder del gobierno por el que sacan este tipo de regulaciones es a partir del único poder que no se elige democráticamente, el judicial”.

Actualmente, el Congreso de la Ciudad de México propone eliminar el delito de aborto del Código Penal y permitirlo en cualquier semana de gestación (desde 2017 se despenalizó el aborto en la capital del país hasta la semana 12). Este dictamen ya fue aprobado en las comisiones del Congreso local y se pasaría al pleno el jueves 7 de noviembre. Sin embargo, por el momento, se aplazó indefinidamente. 

Aleteia conversó con Lupe Batallán, escritora y activista provida, para conocer cómo han cambiado las leyes aceleradamente las leyes en Latinoamérica y qué ha hecho posible el cambio cultural respecto a este tema.

Aleteia: ¿Cómo ha sido posible este cambio tan dramático respecto a la despenalización, promoción y aceptación del aborto en Latinoamérica? 

Lupe Batallán: Si nosotros analizamos un poco más los documentos, por ejemplo, de las Conferencias de Población y desarrollo de la ONU, vemos que se habían trazado (2015) unos objetivos de índices de fecundidad, de tasas de embarazo, de población que no se habían alcanzado.

Esos estándares, obviamente, van en pos de reducir la población, sobre todo en Latinoamérica. Y las fuentes de esto son, principalmente, el informe Kissinger  (Memorándum 200) La Conferencia de Población y Desarrollo del 94 del Cairo.

A esto se suma la promoción activa del aborto.

En un periodo de ocho años (2008 al 2016) se han invertido más de 120 millones de dólares en los distintos países latinoamericanos para la promoción del aborto. Y eso solamente es de lo que tenemos registro, que se ha bajado desde el IPPF.

Entonces, este debate también viene impulsado por esa inyección de dinero (en publicidad y medios de comunicación).

¿Cuáles fueron los principales medios que se utilizaron para lograr el cambio de percepción respecto al aborto?

Esto se ha logrado tomando los lugares de decisión y de formación. El lobby pro aborto se ha encargado de incrustarse dentro de las universidades, públicas o privadas.

Además, se han posicionado en los medios de comunicación. No es casual que cuando (yo) iba a hablar del tema del aborto a los medios de comunicación practicamente todos los conductores fueran verdes. Eso tiene que ver con que se ha hecho un gran trabajo del otro lado.

Y también tenemos a los gobiernos. El progresismo y el feminismo, con sus casos de aborto, se infiltró en absolutamente todos los partidos políticos; entonces, llegó un punto en el cual no importa qué lista votas.

Y después, una parte muy importante es la cultura en general. Artistas, actores, escritores… los pro aborto entendieron muy bien que las ideas no se bajan solamente desde el Estado y se votan en el Congreso; sino que hay que tener un entramado social que es el que acompaña esa idea para que pueda ser aprobada o rechazada, o para que -incluso- se mantenga el debate social.

Realmente fueron estratégicos. Y un tema no menor es el gran silencio que hicimos nosotros (movimiento provida). Porque, si bien hubo algunas organizaciones que previo al 2018 hacían trabajo, en principio era con pocos recursos, desorganizado, aislado, no había trabajo en red.

Después de 2018 también cambió la forma de argumentar. Antes era la vida del niño o la vida de la mujer. En el 2018, con el “salvemos las dos vidas” yo creo que se encontró una trama argumental muy eficiente a la hora de hacer frente (porque) en realidad nuestro entendimiento del problema es mucho más grande que (elegir entre) uno u otro.

¿Qué recursos, fundaciones y herramientas existen para informarse adecuadamente dentro de esta cultura pro aborto?

Primero, yo creo que en principio hay una formación y que hay que reponer. Leer libros que cuentan, con fuentes, la realidad para que vos puedas, después, chequear todo eso, porque la idea es abonar el pensamiento crítico.

Chequear y contrastar con la realidad si eso es cierto o no (...) leer el hecho y sacar tu propia interpretación son cosas que hay que ir fomentando; son cosas que aplican para esto y aplican para la otra cantidad de temas que nos rodean.

Lo segundo es informarse, porque una cosa es la formación -el núcleo o base que tenemos que tener para comprender el mundo-, pero yo no puedo sostener esto si no estoy constantemente actualizado con lo que está pasando. Creo que tienen que ir las dos cosas de la mano.

Y tercero, humanizar siempre los datos. Es tal vez la más testimonial o experiencial. Hay muchas organizaciones que proveen ayuda a las mujeres que están transitando situaciones de aborto o que ya las han atravesado y necesitan de contención (en las que podemos sumarnos).

Ante los cambios en la ley, ¿cómo mantener la esperanza que necesitamos para seguir defendiendo la vida? ¿Y en qué espacios nos toca defenderla, más allá de las leyes?

Hay que poner (las cosas) en perspectiva. Para los que creemos, es bastante sencillo darse cuenta de que no todo está perdido. Nosotros sabemos que la batalla ya la ganó el de arriba; a nosotros solamente nos toca luchar.

Si bien uno lucha para que esto no sea legal, y después ocurre que termina siendo legal, uno tiene que buscar formas de encauzar eso, porque las ganas de ayudar siguen estando, siguen siendo necesarias.

La cultura pro-vida no es solamente el aborto, se construye con una serie de temáticas; es una cultura realmente respetuosa de la dignidad humana. Si te sentís muy golpeado acá, entiendo que tengas que frenar un poco, pero andá a militar por otra cosa, porque en definitiva todos esos aportes van abonando a que la vida se respete.

Por otro lado, hay un montón de organizaciones que, debido a la legalidad, ahora cobran mayor importancia. El proyecto Esperanza, 40 días por la vida -por poner algunos ejemplos- son organizaciones que antes tenían importancia, pero ahora, como hay muchas más mujeres en riesgo de aborto, tienen un papel más fundamental.

Para conocer más sobre el aborto, puedes consultar La otra versión

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