Orson Welles dijo de él: "Solo hay una forma de definir a Jim: es un genio". El director de Ciudadano Kane estaba en lo cierto: solo un genio puede inventarse tantos iconos, películas y programas televisivos que dejen huellas tan profundas durante generaciones: Epi & Blas, Birli & Birloque, Peggy & Gustavo, Coco y Elmo y Animal y Triqui o El Monstruo de las Galletas y el show de Los Teleñecos; y sus largometrajes, plagados de estrellas de Hollywood, y la serie animada de Los Pequeñecos, y los episodios de El Cuentacuentos y Los Fraguel y Cristal Oscuro y Dentro del laberinto… sin olvidar cortometrajes, apariciones especiales en películas y múltiples colaboraciones.
El legado de Jim Henson, junto a su colega de siempre, Frank Oz (quien, además, fue la voz de Yoda y uno de sus artífices), resulta inconmensurable. Para hacerle justicia, pues puede que su nombre no signifique nada para las nuevas generaciones, aunque sí sus criaturas, el cineasta Ron Howard ha rodado este documental disponible en Disney.
Howard no necesita presentación a estas alturas. Y, aunque tenga altibajos en su larga carrera, es uno de los grandes profesionales de Hollywood. En Jim Henson: Idea Man, aquí titulada Jim Henson. La audacia de las ideas, nos da unas pinceladas de su infancia y adolescencia pero se centra, fundamentalmente, en la carrera artística de uno de los grandes creadores y marionetistas de todos los tiempos.
Henson era hijo de un matrimonio en el que la madre practicaba la ciencia cristiana, y por tanto sus retoños se educarían en el catolicismo, aunque de mayor Jim se interesó más por el budismo y la meditación. Su hermano Paul era su mejor amigo. Cuando ambos rondaban los 20 años, Paul murió en un accidente automovilístico, algo que marcaría para siempre a Jim. Por otro lado, el nombre de Henson va unido a una mujer necesaria, aunque ha permanecido un poco en la sombra: Jane, con la que empezó a trabajar en el entorno de las marionetas y con la que acabaría casándose para criar a una familia numerosa.
Educar y entretener a los niños
La primera aportación importante de Jim Henson la constituye el programa educativo Sesame Street (conocido y adaptado en España como Barrio Sésamo y en Latinoamérica como Plaza Sésamo). Una empresa de televisión le ofreció la posibilidad de preparar un programa para niños de preescolar, que los educara y además los entretuviera: sabían que los pequeños pasan muchas horas ante el televisor y pretendían darles algo que formara sus identidades y les hiciera divertirse y aprender.
A Henson le dejaron libertad para que experimentara. Así, se convirtió en el educador favorito del país, recibiendo algunos premios por su labor.
Pero un hombre tan creativo, al que describen como un trabajador infatigable y lleno de energía, y capaz de hacer horas extras que destrozarían a cualquier otro, necesitaba ampliar horizontes.
De ahí surgieron otras creaciones, ya mencionadas en las primeras líneas de este texto: shows de marionetas, cortometrajes, series de televisión, filmes protagonizados por Los Teleñecos y dos películas que marcaron a muchos chavales y que hoy siguen atrayendo la atención de niños y adultos con admiración: Cristal Oscuro, que presentaba un universo formado por marionetas y animatronics, y Dentro del laberinto, en la que junto a los muñecos aparecían dos leyendas de la música y del cine: David Bowie y Jennifer Connelly.
A propósito de Connelly, la actriz interviene en el documental para hablar de Henson, del que dice utilizó la creatividad, el arte y la metáfora como herramientas para hacer el bien. De ese modo podía lograr que la gente viese y valorase la bondad de las personas.
Junto a ella también intervienen otras figuras importantes de la industria como Rita Moreno y Frank Oz y algunos de los hijos que trabajaron con él y han seguido su legado, caso de Brian Henson, director de dos de las mejores películas de Los Teleñecos (las que versionaban Cuento de Navidad y La isla del tesoro).
Henson murió a los 53 años por complicaciones con una neumonía, truncando así una carrera que no aminoraba su nivel de creatividad. En su testamento dejó a sus hijos instrucciones precisas sobre cómo debían celebrar sus exequias, acordes con su espíritu positivo.
Celebrado el 21 de mayo de 1990 en la Catedral de San Juan el Divino, en Nueva York, los asistentes no podían acudir al funeral con ropa negra, sino de colores chillones, por lo que algunos fueron disfrazados de las marionetas clásicas. Hubo palabras de homenaje por parte de sus amigos y canciones de algunas estrellas. Hubo coros, bandas de jazz, homilía del sacerdote…
Un total de dos horas y cuarto, aproximadamente, que el espectador puede ver íntegro en YouTube. Unas semanas después, el 2 de julio, Henson recibió otra ceremonia en la Catedral de San Pablo, en Londres. Despedían, así, por partida doble, a ese genio que hizo tanto por educar y divertir a los niños.