Pedro López es un padre de familia numerosa con tres hijos. El mediano padece el síndrome de Angelman. Esta enfermedad está catalogada como pluridiscapacidad y cursa con ataxia, escoliosis y discapacidad intelectual, entre otros padecimientos.
En su testimonio, Pedro comparte que, cuando le dieron el diagnóstico de su hijo, pensó: “Gracias, Señor”. Y añadió:
“Sentí que me había tocado la lotería. Con todos nuestros pecados, ¿cómo el Señor nos manda esta escalera de salvación al cielo? Un boleto ganador”.
En la fragilidad de estas discapacidades, se encuentra la belleza de Dios
Para Pedro, la discapacidad de su hijo fue una oportunidad para conocer el concepto de “libertad original”. Cuando una persona con discapacidad intelectual no llega a ser libre de sus actos para orientarlos hacia el mal, goza de una libertad original, similar a la que tenían Adán y Eva en el paraíso cuando estaban en la presencia del Señor.
Son personas sin doblez que nunca te van a desear el mal. En la fragilidad de estas discapacidades, se encuentra la belleza de Dios, explica.
También pudo comprender la "santidad no ejemplar". Nuestra madre, la Iglesia, nos muestra ejemplos de santidad: hombres y mujeres que, aunque no son perfectos, tenían un vínculo muy especial con la voluntad de Dios y consiguieron cumplirla. Éstos son ejemplos de santidad ejemplar, que la Iglesia nos propone para imitar.
Sin embargo, las personas con discapacidad intelectual no cometen ningún pecado; es una santidad no ejemplar. La Santa Madre Iglesia no nos los puede proponer como modelo de santidad, ya que no podríamos imitarlos. Ni aunque nos esforzáramos podríamos ser tan nobles, tan íntegros, ni tan bellos.
Una misión extraordinaria para estos padres de familia
Pedro López invitó a reflexionar sobre uno de sus pasajes preferidos del Evangelio: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ‘Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?’ Jesús respondió: ‘No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él’ (Jn 9, 1-3)”.
Jesús responde que estas personas, estos niños, vienen al mundo para inspirarnos a lograr algo grande.
En el caso de Pedro y su mujer, la inspiración llegó y los frutos han favorecido a muchos. Ambos sacaron adelante la Fundación Fase, que colabora con varios hospitales de España en la investigación del síndrome de Angelman. Y no contentos con eso, también abordaron una necesidad no atendida que identificaron cuando quisieron que su hijo se preparara para hacer la Primera Comunión.
Así, crearon un grupo de catequesis para personas con discapacidad. Próximamente, su hijo recibirá la Primera Comunión junto a otras ocho personas de entre 6 y 21 años. Es una catequesis diferente, que requiere sus tiempos, sus silencios, y una metodología particular, pero que está logrando que estas personas tan especiales encuentren su espacio.
Libertad original, santidad no ejemplar, manifestación de las obras de Dios: conceptos que no debemos olvidar cuando la discapacidad se presente en nuestras vidas o en las de familias cercanas. Estas ideas nos recuerdan que, todas y cada una de las personas con discapacidad (síndrome de Down, síndrome de Angelman, síndrome de Prader-Willi, síndrome de DiGeorge, etc.), vienen al mundo queridos por Dios para hacer algo grande.