Durante la celebraciones litúrgicas, la Iglesia sugiere una serie de gestos físicos llenos de significado espiritual, en los que damos honor a Dios y recordamos a la Virgen María y a los santos.
Uno de los gestos más evidentes es la genuflexión, que solo se reserva al Santísimo Sacramento.
Inclinación y reverencia profunda
Otro gesto común es la inclinación de la cabeza. La Instrucción General del Misal Romano explica la razón espiritual de este gesto:
"Con la inclinación se significa la reverencia y el honor que se tributa a las personas mismas o a sus signos. Hay dos clases de inclinaciones, es a saber, de cabeza y de cuerpo (también conocida como reverencia profunda)".
Se puede hacer una simple inclinación de cabeza ante el nombre de la santísima Virgen María.
"Se hace una inclinación de cabeza cuando se nombran juntas las tres Personas Divinas y en los nombres de Jesús, de la Santísima Virgen María y del Santo en cuyo honor se celebra la Misa".
El respeto a la santísima Virgen María
Este gesto no iguala a la Virgen María con Dios, como podemos entenderlo adecuadamente quienes amamos y sabemos cual es el lugar privilegiado de la Madre de Jesús, sin embargo, la inclinación de cabeza es un pequeño gesto de "reverencia y honor" a nuestra madre del cielo.
El padre Prosper Guéranger escribe esta breve línea para mostrar la diferencia en su Año Litúrgico:
"Ante el nombre de Jesús se dobla toda rodilla; ante el nombre de María se inclina toda cabeza".
Cabe señalar que inclinarse ante el nombre de María no es un mandamiento, y no se exige a los católicos.
Sin embargo, para aquellos que quieren mostrar honor a María de una manera física, es apropiado inclinar la cabeza cuando se menciona su nombre.