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‘Gremlins: Los secretos de los Mogwai’: reglas rotas, caos absoluto

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José Ángel Barrueco - publicado el 21/08/24
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Gremlins: Los secretos de los Mogwai es una serie animada y familiar en la que reencontramos a Gizmo

Como muchos lectores saben, Gremlins fue uno de los grandes bombazos de la factoría Spielberg en los años 80. Aunque el éxito y el público parecían exigir una secuela, ésta no llegaría hasta 1990. Y su director no quiso repetir el esquema, de manera que Gremlins 2: La nueva generación cambiaba el pueblo por la ciudad, el aire de cuento por la fábula anticapitalista más gamberra y los trucos sencillos por la espectacularidad de la tecnología. Por fortuna, no convirtieron la franquicia en una máquina de generar secuelas (como se ha hecho con la saga de Parque Jurásico, El planeta de los simios o los personajes más célebres de Marvel). 

Gremlins: Los secretos de los Mogwai llega a las plataformas de streaming cuarenta años después de la primera historia, allá por 1984. Joe Dante, director de las películas, es el productor junto a Steven Spielberg.

Igual que hicieron con la segunda parte, aquí también han conseguido algo distinto: una serie de dibujos animados de 10 episodios cortos, de unos 20 minutos cada uno, que transcurre en 1920 y que rescata al personaje del viejo vendedor de Gizmo cuando es tan solo un niño de unos 10 años, y que además apuesta por la acción y la aventura para involucrar a los más pequeños.

Puede que la serie sea una buena excusa para ver en familia las dos primeras cintas, como aperitivo, y luego poner la serie, aunque hay que tener en cuenta que la primera está clasificada para mayores de 12 años y la segunda ya es para todos los públicos. 

“Gremlins” (1984): de cómo el hombre rompe las reglas

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La primera película es perfecta para Navidad: es familiar y divertida, transcurre en esos días y contiene homenajes a ¡Qué bello es vivir! y a otros clásicos en blanco y negro.

Un padre quiere llevarle un regalo a su hijo y compra una extraña criatura en la tenebrosa tienda de un viejo vendedor de Chinatown: es algo que nunca se ha visto y sabe que su hijo Billy merece lo mejor. Se trata de un animal de la especie Mogwai. El hombre le advierte de las tres reglas que debe observar para cuidarlo bien: que no le dé la luz; que no se moje; y que no coma después de medianoche.

No desvelaremos los efectos de quebrar estas reglas por si alguien no la ha visto. Pero el descuido de las personas (y el ingenio de las criaturas) desata el caos en un pueblecito nevado donde sus habitantes están acostumbrados a que no pase nada. Dante, en colaboración con el guionista Chris Columbus y el asesoramiento de Spielberg, nos dio una de sus mejores películas, o quizá la mejor: original, cómica, fantástica, macabra y perversa.

Una advertencia: si la ven con niños menores de 12 años, tápenles los oídos cuando, cerca del final, una chica hable de Papá Noel… hay un spoiler sobre su identidad.

“Gremlins 2: La nueva generación” (1990): la deshumanización del capitalismo

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En la secuela Billy, junto a su novia del primer filme, Kate, se ha trasladado a Nueva York para trabajar en un edificio colosal que su dueño, un magnate millonario, ha levantado con los mayores adelantos técnicos. La gentrificación lleva a nuestro pequeño amigo, Gizmo, al corazón de ese rascacielos, donde unos científicos quieren examinarlo. Es allí donde sus caminos volverán a cruzarse y donde una mezcla de incompetencia humana y tecnología extrema desatan de nuevo la catástrofe.

En la secuela, como decíamos, Dante abandona el cuento y opta por una película aún más gamberra, subversiva y repleta de guiños a la cultura popular y en la que se nos avisa de que tantos avances acaban estropeando las cosas. Es ejemplar, por ello, el personaje del magnate, quien acaba encontrando la redención al ayudar a los protagonistas a resolver el problema.           

“Gremlins: Los secretos de los Mogwai” (2024): el corazón de un niño

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En esta precuela encontramos a Gizmo en la tierra de los Mogwais, algo que antes no nos habían mostrado. Por azar, un ave lo apresa entre sus garras y se lo lleva hacia su nido. Durante el vuelo, la criatura escapa y acaba cayendo en las manos de los responsables de un circo ambulante, donde intentan exhibirlo y lo mantienen encerrado en una jaula, en guiño evidente a Pinocho.

Su camino no tardará en cruzarse con el de Sam, un niño de corazón noble que promete devolver al Mogwai a su territorio. Sin embargo, el viaje estará lleno de peripecias y peligros: primero porque vuelven a romperse las reglas, y segundo porque continuamente les acechan los esbirros de Riley Greene, un poderoso hechicero decidido a formar un ejército de gremlins para conquistar el mundo.

Así, los personajes van moviéndose por una China rural abundante en leyendas negras, aventuras fantásticas y familias en peligro. Aunque a la serie le faltan, quizá, la grandeza y el encanto de las películas, constituye un buen entretenimiento para ver en familia.

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