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En la Iglesia católica, las imágenes e iconos sagrados se utilizan para facilitar el encuentro con Dios y mejorar nuestra vida de oración.
Estas imágenes suelen denominarse "ventanas al Cielo", y están diseñadas específicamente para ser instrumentos de la gracia de Dios.
Contemplación de iconos sagrados
El Catecismo de la Iglesia Católica alienta la contemplación de iconos, especialmente cuando se combina con otras devociones que llevan al alma a glorificar a Dios:
"La belleza de las imágenes me mueve a la contemplación, como un prado deleita los ojos e infunde sutilmente en el alma la gloria de Dios". Del mismo modo, la contemplación de los iconos sagrados, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos litúrgicos, entra en la armonía de los signos de la celebración, para que el misterio celebrado se imprima en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los fieles".
Las bellas imágenes sagradas son capaces de evocar el misterio de Dios y pueden ser de gran ayuda en la vida de oración:
"El arte sacro es verdadero y bello cuando su forma corresponde a su vocación particular: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el misterio trascendente de Dios -la sobrecogedora belleza invisible de la verdad y el amor visible en Cristo, que 'refleja la gloria de Dios y lleva el sello mismo de su naturaleza', en quien 'habita corporalmente toda la plenitud de la deidad'. Esta belleza espiritual de Dios se refleja en la santísima Virgen Madre de Dios, en los ángeles y en los santos. El auténtico arte sacro atrae al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios, Creador y Salvador, Santo y Santificador".
Los iconos y otras imágenes sagradas no son fines en sí mismos, sino instrumentos de la presencia de Dios y están diseñados para conducir al alma a una relación más estrecha con Dios.